Se inclinó para observar algún indicio de pensamiento en los ojillos del pingüino, pero no vio más que tristeza.
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Se inclinó para observar algún indicio de pensamiento en los ojillos del pingüino, pero no vio más que tristeza.
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¡Bebamos! (…) Ya que no se puede escapar del destino, bebamos mientras haya champagne.
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La edad de la inocencia