Agota Kristof tenía 21 años cuando cruzó la frontera austriaca con su marido y su hijo de pocos meses en brazos. Refugiada en un pueblo de la Suiza francófona, trabajó en una fábrica mientras aprendía a hablar y a escribir el idioma. de ahí surge "Claus y Lucas", un libro escrito con frases breves y concisas que da voz a dos niños pequeños que cuestionan la moralidad en tiempos de guerra. La obra se sitúa en un pueblo fronterizo de Hungría durante la ocupación soviética, y es allí donde los niños aprenden a sobrevivir. Lo hacen a través de la escritura, como una especie de diario de supervivencia, pero también a través de ejercicios con los que se adiestran para adaptarse a un mundo socialmente desintegrado: de ayuno, de crueldad, de mendicidad, o de "endurecimiento del espíritu" para que nada logre afectarles lo suficiente. Un libro crudo, pero que merece cada una de las páginas escritas. |