La elfa le cogió de la mano y, estupefacta, examinó la herida. En dos dedos, tenia la carne quemada en algunas zonas, y un tercero estaba rojo e infectado. —¿Qué le has hecho?- le preguntó a Illidan. —Le he atacado con algo que he aprendido hace poco- fue todo lo que dijo. [...]. —Madre Luna, escucha mis ruegos. Ignorando la expresión de espanto de los guardias, cogió al orco de los dedos y se los besó uno a uno con delicadeza. |