Una lectura deliciosa para terminar el año. Es una historia tierna, llena de personajes entrañables y distintos; es un canto a la esperanza, un voto de confianza en el ser humano, la manifestación del amor de familia en estado puro. Y no habla de una familia convencional y normativa, sino de un grupo diverso de personas que han logrado convivir en armonía, paz e igualdad, alejados (por desgracia) del mundo exterior que los margina y señala sin cesar. Lo que hace Klune con sus historias es poner de relieve la realidad del mundo en el que vivimos a través de una suerte de fantasía. Pone de manifiesto que, el ser humano, puede ser mezquino y cobarde, pero también puede ser bondadoso y valiente. Asimismo, nos habla de los prejuicios, del miedo y de dejar de dar por sentado cuál va a ser el comportamiento o la esencia de alguien sin saber cuáles son sus circunstancias. Nos anima a dar una oportunidad. Las diferencias no deberían alejarnos, sino hacer que nos unamos más. Cuanto más inclusión exista en una sociedad, más feliz y sana será esta. Ese es el mensaje más poderoso. Hay que abrir los ojos. |