Laurie

Un relato muy corto, pero a la vez intenso ya que nos transmite ternura, esperanza, superación, aunque por supuesto también aparecen aquellos elementos de tensión que nos impactan.
Cambio de vida, cambio de expectativas.

A una cierta edad, cada uno alcanza el cénit en un momento, la realidad de la finitud se impone de un modo brutal e incomprensible. Todo aquello que constituyó nuestra vida y modo de entenderla se va haciendo a cada rato más líquida, para poder llegar con prisa, al mar del olvido.

Hemos perdido a los padres, a algunos amigos, a algunos conocidos, perdemos y desaparecen las cosas y los lugares que conformaron el atrezo del teatro en el que representábamos nuestra vida, comprendiendo poco más o menos el guión.
Todo tenía un cierto orden, una especie de cadena sin eslabones rotos.

En ese cénit del que hemos hablado, nos esperaba sin que lo supiéramos el espanto de lo que nos está sucediendo hoy, ya somos viejos y estamos solos y sentimos que vamos a ser incapaces de comprender cómo hemos podido conseguir tantos boletos para esta escuela de vanidades.

La soledad tiene mala prensa, al solitario sin más, sin conocer los motivos que le llevaron a elegir la soledad se le considera alguien digno de compasión, o de difícil carácter o antisocial y, en todo caso, rarito.

Y si se quiere llegar más allá en la calificación, se le puede percibir como un ser desgraciado, alguien que a todas luces va por la vida fracasando.

Es absolutamente cierto, como sabemos (no sé si por reafirmación tribal) que se olvida a todos aquellos que van a elegir su soledad con libertad.

No es el caso de nuestro protagonista, se llama Lloyd y al que la soledad va a buscar tras la muerte de su esposa.
Lloyd, sujeto ahora a la sola compañía que da la soledad no elegida, se ve obligado a una existencia de escasez de palabras, de conversación y compañía y por qué no, también de amor.

Parecería que hemos de darnos por perdidos, sin embargo, en esta pequeña obra, Stefen king nos anima a pensar otra cosa y lo hace a través de Laurie, una perrita que es capaz de imprimir la compañía y esperanza suficiente como para hacer entender a su Lloyd y a nosotros, naturalmente, que pequeñas modificaciones y ligeros cambios pueden abrir un río de separación entre la tristeza y la alegría.

Creo y lo creo sinceramente, que no podemos saber qué tipo de personas somos exactamente si no hemos convivido con un ser vivo como es un perro, u otro tipo de animalitos, los hemos cuidado, nos han prestado su atención y nos han querido.

Lo hemos observado con intención de desvelar algo que permita la comunicación de dos seres que se quieren y necesitan encontrarse de algún modo.

La familia, los amigos, los que quieren al que ha quedado solo, procurarán hacerle compañía con las palabras de ánimo y las que van llenas de actitud y temple para animar promesas de un futuro mejor.

La hermana de Lloyd, necesita socorrer al que ha quedado solo, la solución encontrada para cumplir esa finalidad es un regalo vivo, un cachorro, una perrita, la vivaz y adorable Laurie, algo vivo para alguien que debe revivir.

Lloyd abre la puerta a Laurie y esta aparece como diseñada, como creada para modificar y agrandar la existencia de Lloyd .
Laurie es, en esta novela, en realidad, el nombre de la protagonista principal. Esta perrita será plenamente capaz de defender su integridad y la de su amo.
Lo vamos a ver abriendo el libro y empezando a leer.

Esta perrilla con sus características particulares y sus dotes de seducción, conseguirá sin demasiado esfuerzo volver a poner pulso en el corazón de Lloyd y respirar un saludable aire esperanzado.
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En esta obra Stephen king ha hecho un cambio de registro ciertamente notable que nos ayuda a conocer de un modo más completo al autor.