Billy Summers

Llevaba algún tiempo desconectado de las obras de Stephen King. Para ser más concreto, de su nuevas obras. No porque fueran unas narraciones fallidas, sin ningún tipo de interés o que tan solo me parecieran libros aburridos. Creo que, por suerte, este hombre ha encontrado ese piloto automático que convierte a cualquiera de su ideas en todo un acontecimiento literario. Sin embargo, algo tenían sus últimas obras que me impedían atesorarlas y defenderlas con la bravura que caracteriza a un incondicional del autor.
Toda esa inquietante sensación de que, por muchas historias que nos traiga el genio de Maine, no volvería a sorprenderme, a desconcertarme, a llevarme hacia ese regocijo que supone el sufrir por todo aquello que les pase a sus personajes, ha desaparecido por completo tras conocer a un tipo tan peculiar como es este Billy Summers. Y dandole vueltas al por qué de esa emoción que me produce una historia como esta, sencilla, sin pretensiones, en donde lo que se nos cuenta tiene aromas reconocibles, en incluso, transitados ya por el propio autor, creo que se debe a esa capacidad innata del bueno de King por retratarnos con tanta profundidad a sus personajes hasta el punto de terminar por amistarnos con ellos.
Billy Summers es un ex combatiente del conflicto de Irak, en donde descubrió su habilidad con las armas a distancia y la sensación de que la pérdida de control de su vida puede acontecer tan solo tras abrir una puerta equivocada. Tras su experiencia en el frente se gana la vida como asesino a sueldo, aceptando solo un tipo de objetivos que se acerquen a lo que él entiende como justificados. El ofrecimiento de un último trabajo, y el dinero que le ofrecen por llevarlo a cabo, le llevará a una pequeña ciudad indeterminada del sur de Estados Unidos, donde se relacionará con sus habitantes a la espera de una llamada que le indique que es el momento de ponerse en marcha.
Todo eso, es tan solo el comienzo de la novela.
Y además, creo que es lo que convierte a esta obra en una pequeña joya en la extensa bibliografía del autor, al mostrarnos de una manera tan certera la personalidad de nuestro protagonista, su manera de preparar al detalle cada uno de sus trabajos, su moralidad, sus razonamientos y, en definitiva, a hacernos partícipes de todo aquello a lo que se tiene que enfrentar el bueno de Billy.
A partir de entonces, ya es mejor que vayas descubriendo lo que ocurre, puesto que King ya te deja en manos de uno de esos personajes con los que disfrutarás mientras toma una cerveza durante una puesta de sol reflexionando acerca de lo que debe o no hacer, un personaje con el que te plantearás continuamente si seguir o no adelante con sus propósitos y, sobre todo, con un personaje que quedará en tu cabeza una vez que hayas cerrado el libro.
Por si eso fuera poco, la cantidad de conflictos a los que se tendrá que enfrentar Billy Summers le llevará a hacer un recorrido por casi todas los debates que han caracterizado la última década americana, desde los conflictos políticos a la necesidad de encerrarse entre cuatro paredes esperando poder rehacer su vida. Eso tan solo son detalles que pasan desapercibidos ante los grades conflictos que maneja la novela pero, créanme, en este caso es mejor ir descubriéndolos al mismo tiempo que te adentras en la trama.
En definitiva, King nos vuelve a traer a dos personajes que se quedan en nuestra memoria del mismo modo que lo hicieron en su momento Torrance, Wilkes o cualquiera de los niños perdedores de Derry. Y no, no me he equivocado. Son dos personajes, aunque eso mejor lo descubres tu mismo.