Hannah Kent tiene un don para hacer que nuestro cuerpo entero viaje en el tiempo y en el espacio, cruce océanos y se persone en medio de los campos irlandeses, que seamos capaces de oír la lluvia caer sobre la techumbre de paja, de oír crepitar el fuego en el lar. Nos transporta al lado de familias caídas en desgracia, de viudas desesperadas, de niñas que se ven obligadas a callar para sobrevivir. Nos despierta la curiosidad por la tradición y la creencia, por los ritos que purifican el alma, por las plantas que llevan a la sanación. Un infanticidio real dio pie a esta gran obra de Hannah. Igual que un último ajusticiamiento llevó a la luz a Ritos funerarios. Y aunque no sea una segunda parte de nada, sí es una continuación de una autora que nos invita a mirar un poco más allá. |