Las alas de Sophie

Maldito enero
Para Sophie todo se paralizó un 28 de enero, cuando su vida con su marido Simon termina de manera abrupta. ¿Qué hacer cuando todos tus «y si…» se desmoronan? Sophie intenta, de verás, volver a su vida, a las listas que hace para mantener todo en orden, pero no se puede ordenar lo que es imposible. Así su familia y amigos intentan ayudarla: Ellen con su libertad para observar la vida, Amber con su espontaneidad y Koen con su silencio… Un silencio que Sophie necesita con más fuerza que nunca.
A diferencia de otras novelas, como podemos ver, nos encontramos ante una novela romántica que comienza con la tragedia más absoluta. No solo se trata de la disolución de una historia de amor que nos presentan como la más perfecta de las posibles, sino que, además, nos enfrentamos ante un duelo brutal. Porque una vez que algo acaba la vida continúa.
Así, desde el principio, el lector se identifica con el personaje de Sophie que tiene que continuar su vida como si no hubiera pasado nada, cuando en realidad ha sucedido todo. El dolor de la protagonista estará perfectamente reflejado por la autora, no solo por el texto así, que está magníficamente cuadrado, sino porque también hará que la ambientación, mediante descripciones y puntos comunes, reflejen perfectamente el desamparo y la necesidad de hundirse de Sophie.
El derecho a sentirse mal
Y es que en cierto modo, la novela reivindica un poco que, cuando vivimos una tragedia en nuestra vida, tenemos derecho a hundirnos y tocar fondo si hace falta. Son numerosas las veces que le ruegan a la protagonista que se deje caer, llorar, dormir, no comer, no salir, son actitudes lógicamente peligrosas si se alargan en el tiempo, pero también son medios para asimilar, para purgar el dolor y el miedo que podemos llevar dentro.
Sin embargo, la autora no nos va a llevar por este camino de amargura de manera gratuita. Para que podamos contextualizar, la voz narradora nos cuenta la historia a dos tiempos: el presente que representa el duelo y paulatina recuperación de Sophie; y el pasado de cómo se conocieron y surgió la historia de amor con Simon. de este modo, podemos entender lo especial de la cuestión y, además, podemos ahondar en las vivencias del resto de los personajes, que, si bien no son protagonistas, sí que son fundamentales en la historia.
Un rewind muy interesante
No obstante, a pesar de todo lo que he dicho más arriba, creo que lo que más destacaría de la novela es que es una historia que para disfrutarla hay que leer en todas las direcciones. A lo que me refiero es que no podemos quedarnos con el relato lineal de la misma, tenemos que revisar lo que se siente y sucede en el pasado, ver lo que sucede en el presente y volver a plantearnos que sucedió en el pasado. En este sentido, la novela presenta unas cuantas caras que viajan en el tiempo. Además, creo que el capítulo final ofrece una perspectiva diferente de lo que hemos leído antes.
La verdad es que la novela me ha gustado, pero quizá no sea una de mis favoritas de la autora. Me ha parecido de una muy buena valentía por parte de la autora empezar desde la tristeza absoluta y que la historia le haya salido bien, porque es muy buena. Sin embargo, no he podido dejar de notar que ha sido un poco obvia. Desde el principio se sabía qué iba a ocurrir y el cómo tampoco era un misterio tan complejo, al final su lectura se basa en el propio placer de leer a la autora, en cómo te hace suspirar con escenas bellísimas que no empalagan y que te ponen una sonrisa en la cara.
Por ello, ¿la recomiendo? Sí, sin duda. Es una historia muy bella, escrita de una manera exquisita y con una propuesta de inicio maravillosa. Alice lo hace muy bien y, aunque es cierto que la historia es obvia, que al final puede haber personas que no lo quieran pasar mal (porque el inicio te toca la fibra), os animo a leerla porque está bien que nos recuerden que podemos seguir adelante, aunque el mundo se caiga a pedazos. Espero que os guste.

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