Qué bonito es encontrar un alma limpia que te reciba con los brazos abiertos. Poder sentarte junto a esa persona y, simplemente, ver nacer la primavera. Pasear por las calles vacías y sentir que te acompañan todos los bienes del mundo, entrelazar las miradas, hablar de poesía. Qué bonito es encontrar a alguien que te devuelva la vida y no pierdas un minuto en cuestionar si está bien o mal, si es demasiado tarde, si la distancia que te separa de esa persona se mide en años o en reencarnaciones. Qué bonito, qué difícil, qué real. |