Hielo

Una luz cegadora y blanca, la tierra está invadida por el hielo. Un hombre busca a una mujer delgada y pálida que se pierde entre el entorno, sólo los moratones del dolor de una relación no deseada hacen que sea visible. Sus ojos asustadizos y su súplica dirigida a una vida que la tiene atrapada llevan al hombre a querer huir con ella. Pero en Hielo no todo es posible, y es que un apocalipsis frío y lleno de luminosidad penetra en la tierra y el protagonista y el resto del mundo dejarán de ser nacionalidades y países para convertirse en supervivientes en medio del gélido mundo que les espera.

Navegar entre palabras de no existe un futuro posible, esa es la experiencia que te encontrarás en Hielo, con una narración que provoca el agobio de la situación que viven, una ambientación que baja tu temperatura corporal porque estás allí, en medio de la adversidad, ante las locuras que se realizan al no encontrar una manera de salvarse, y lo sientes, ese miedo que inunda el libro, ese final que se acerca pero intentas evitar. No existe una manera de escapar de lo que la naturaleza prepara para los seres humanos.

Hielo no es una novela para sentirse seguro y en casa, es una variación de percepciones que ofrece un protagonista que se encuentra de pronto con que el frío que sentía ante sus emociones sale como vaho al exterior para provocar que el ambiente se convierta de pronto en un presente continuo. En casi doscientas páginas no sólo se te congelará el cuerpo y sentirás que no podrás reaccionar ante la imaginación de tu mente que estimula a ver el mundo como se narra en el libro, y el blanco de pronto se convertirá en el color de la desesperación. Hielo es un libro para vivirlo, porque lo haces, tiene esa capacidad única de adentrarte como un personaje más, te habla, te grita, te responde; pero sobre todas las cosas te implora un futuro en el que la única seguridad es seguir vivo.
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