Matar al rey

Cito:

"... con una potencia narrativa desbordante..."

Si hay algo que sabemos los asiduos a los libros de Corral es que narrativamente hablando su "desbordante potencia" andaría más próxima a la eyaculación precoz.

Quien escribiera esto en la trasera de su libro o bien no lo leyó o estaba siendo irónico.

Lo bueno de Don José Luis es que no da lugar a la sorpresa.
Sus libros son lineales repetitivos y catedráticos.

Matar al rey no escapa a ello y es prudente avisar al incauto o primerizo lector, que la obra adolece de esa pasión que imprimen los grandes novelistas históricos.

En lo positivo, el aragonés rescata del olvido a un rey del que se ha hablado poco, pero que tuvo mucha importancia desde su nacimiento, justo un siglo después de la muy mentada batalla de Las Navas de Tolosa.

Tras la muerte de su padre Fernando IV, Alfonso XI con tan sólo un año hereda el trono de Castilla y León.

Dada su edad, el reino ha de ser regentado y ahí es donde comienzan siempre las disputas entre los insaciables nobles por ser quienes tutelen al soberano de leche.

Las intrigas por el poder están servidas y se convertirán en egoístas luchas e insostenibles equilibrios políticos.

Mientras los distintos reinos cristianos de la Hispania medieval se matan entre ellos una nueva amenaza musulmana conquista Gibraltar y Algeciras.
El estrecho vuelve a sus manos y con ello comienza un nuevo intento de invasión.

Al margen de las más o menos épicas batallas, de las que poco se contó, Corral perfila a un Rey contra todo pronóstico firme, que gobernó con mano de hierro pero que supo tragarse el orgullo cuando la situación requería más diplomacia que testosterona.

El autor en estas salsas siempre es muy habil. Nadie cuenta de manera tan sencilla los complejos malabares y los delicados e infinitos hilos que se han de tejer para alcanzar acuerdos que convenzan a todos.

La historia de amor entre Alfonso y Leonor cansa.
¡ Oh cuanto te amo Leo, o cuanto te adoro Alfon!
Sin mesura.
Sin respiro.
Hasta el vómito.

En esos lances fui yo quien más deseó matar al rey, a Corral, a Ediciones B y hasta al librero!
No es su fuerte.
No sabe.

Tampoco es que se despeinen mucho los caballeros e infantes en sus batallas. En sus manos ambos bandos parecen soldaditos de plomo, estáticos, indiferentes.
Mudos.

Hay una leve mejora en la prosa del autor. Renuncia a plurales mayestataticos y a morados penes reales, pero sigue en sus trece cuando quiere sentar una idea repitendola hasta hacernos sangrar.

La novela, históricamente hablando es muy interesante, entretenida en su aburrimiento solamente si amas la disciplina.
De otra forma, te hará roncar como oso cavernario.

Veremos como aborda la segunda parte con Pedro el cruel...igual lo reduce a Perico el teletubbie.

¡Santa paciencia!