No; debo mantener mi propio estilo y seguir mi propio camino; y, aunque nunca llegue a triunfar en él, estoy segura de que fracasaría por completo si no lo hiciera.
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No; debo mantener mi propio estilo y seguir mi propio camino; y, aunque nunca llegue a triunfar en él, estoy segura de que fracasaría por completo si no lo hiciera.
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Ya te lo he dicho en otras ocasiones; tienes que conseguir que tus lectores se introduzcan en la historia, se familiaricen con los personajes y les tomen cariño. Entonces, les interesará todo lo que suceda, porque les ocurre a esos personajes.
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Podría haber vivido una historia distinta, pero, a diferencia de los libros, la propia existencia no se puede someter a revisiones y cambios. El argumento se escribe día a día . No se pueden retocar las hojas pasadas. Hay personajes que no volverán a aparecer . Pero es precisamente eso lo que hace que la vida sea tan apasionante.
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Ya le había puesto nombre a la protagonista: Elizabeth. Era un nombre común. La madre de la pequeña Fanny -que charlaba en voz bajita con sus muñecas- se llamaba así. Y tantas otras amigas y conocidas. Pero esta Elizabeth no se iba a parecer a ninguna de ellas. Era su Elizabeth, su Lizzy, como la llamaba cariñosamente. Una joven inteligente y decidida, afectuosa con los suyos y temible con sus enemigos. ¿Se parecería a ella? Sí y no. Todos los personajes tienen algo de su autor, pero ninguno se asemeja por completo. Elizabeth Bennet no era la copia de nadie. Era una joven única y tendría que vivir su vida. Pronto le llegaría el turno.
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Pero yo prefiero ceñirme a lo que conozco, y si no me basta, me invento un pueblo o un condado. Una artista no debe hacer nada con descuido. Y por eso prefiero mantenerme en los límites de mi experiencia. Me gusta que mis escenarios sean pequeños, asequibles, manejables.
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Podría haber vivido una historia distinta, pero a diferencia de los libros, la propia existencia no se puede someter a revisiones y cambios
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―Escuche con atención, señorita, porque esta es la última vez que se lo voy a explicar ‒la advirtió Jane con fingida seriedad‒. Cada persona, por simple, aburrida o estúpida que nos parezca, es un mundo digno de ser explorado. Su familia, sus amistades, las cosas que le han ocurrido, la educación recibida, su manera de pensar, su forma de comportarse con los demás, sus palabras, el tono de su voz, los pensamientos que bullen en su cabeza, las emociones que hacen palpitar su corazón...
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¿Quién es el autor/la autora de Episodios Nacionales?