Una persona siempre contiene un universo. En este libro Marta es muchas personas a la vez, una sinfonía de Martas (la Marta alegre, la Marta introvertida, la Marta reflexiva, la Marta triste…). Esa multiplicidad de Martas van madurando y se concentran formando a la Marta adulta que acepta y abraza las múltiples Martas que fue y que es, con sus particularidades e individualidades y con sus contradicciones. Leyendo esta novela de crecimiento —muy bien escrita, original, tierna, real, reconfortante, emocionante, con humor y sobre todo con mucho ritmo de forma y contenido—, me he sentido reflejada y he revivido momentos de la infancia y adolescencia —la casa de los abuelos, las ilusionantes noches de Reyes, las amistades incondicionales que nos conectan a la vida, los desengaños amorosos…—, un camino que todos hemos tenido que recorrer de aprendizajes y frustraciones. Es de esos libros en los que coges tanto cariño a los personajes que te despides de ellos como si fueran también de la familia. Echaré de menos a la abuela cómplice, a la madre omnipresente, al padre detallista, pero sobre todo a Belaundia Fu —la amiga imaginaria, la voz de la conciencia, empática y cariñosa, que va cantando las verdades y va recordando a la protagonista lo que fue y le va adelantando lo que será. |