La mujer de la falda violeta

La mujer de la falda violeta aparece todos los días en el parque, se sienta en su banco predilecto y se come un bollo de crema creando una inmensa curiosidad entre vecinos y niños, pero aún mayor es la curiosidad que despierta en otra mujer que, sin ser ella consciente, sabe absolutamente todo lo que hace cada minuto del día. ¿Quién es la mujer de la falda violeta? ¿Quién la observa?

Puedo definir en una palabra lo que me ha causado este libro: agobio.
Está contado en primera persona por una persona que vive obsesionada con la misteriosa mujer de la falda violeta. Sabe hasta si cambia de color de uñas, literalmente. Poco a poco nos va contando la historia de esta y todo lo que hace por conseguir acercase a ella.

El libro se desarrolla pausadamente, hay muy poca acción, pero es un claro reflejo de la soledad, la envidia, la hipocresía y lo difícil que es encajar en el mundo cuando te sales un poco del patrón establecido.
Una muestra estupenda del dicho: “Te quiero bien pero no mejor que yo”.

Una muestra de lo absurdo que es pasarse la vida pendiente de la de otros, porque dejas de vivir la tuya. Lo que también se puede extrapolar a las redes sociales y al estilo de vida que hay hoy en día.

Me ha gustado, aunque habría preferido algo más de desarrollo tanto del final como de otras cuestiones.
No es un libro para todo el mundo pero que aún así recomiendo darle una oportunidad porque es interesante si profundizas en él y no te quedas solo en la superficie.
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