El ladrón de rostros

Ibón es uno de esos autores que cuando coges uno de sus libros sabes que vas a disfrutar de varias cosas:

1. Los paisajes y la ambientación en general: cuando terminas sientes la necesidad de visitar esos escenarios verdes, húmedos llenos de leyendas acompañadas por el rumor del mar y las gaviotas

2. Los personajes. Cada uno de ellos con su marcada personalidad, cada uno diferente, cada uno listo para formar parte de la vida del lector.

3. Las tramas. Cada caso diferente pero igual de atrapante.

4. Las elucubraciones. Las historias de Ibón son super disfrutables en las lecturas conjuntas porque permiten realizar un montón de cábalas intentando adivinar quien es el culpable.

5. Los desenlaces. Solo puedo hablar de la hasta ahora trilogía de Ane Cestero, pero sin duda puedo decir que los finales dejan todo atado y son bastante satisfactorios

En relación a este libro, diría que es el que más rápido he leído, me enganchó desde el minuto uno ya que en este caso comenzamos con algo de leyenda y esa parte e encanta. La ambientación nos llevará principalmente a Oñati y el monasterio de Aránzazu, así como a esos montes vascos llenos de bruma y magia a partes iguales.

Aparte del caso principal que se ubica en tiempo de pandemia, cosa que me ha gustado (al fin y al cabo, es una realidad que hemos vivido), seguiremos conociendo un poquito más de los personajes que ya nos han acompañado en los libros anteriores: Ane, Julia, Madrazo y Aitor. Alguno nos dará más de una sorpresa. Así que, aunque se podría leer de forma independiente yo os diría que mejor disfrutar de la saga entera ya que es un plus ir conociendo a los personajes y su evolución.

Por último, deciros que tiene un cameo de alguno de los personajes de la trilogía de Illumbre de Mikel Santiago que me ha encantado.

Si no habéis leído a este autor, no lo dudéis y dadle una oportunidad, no os va a defraudar.

En abril comenzamos con la serie de Leire Altuna así que si os animáis ya sabéis 😊