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Crítica de MaiteMateos


MaiteMateos
27 May 2020
Esta distopía escrita en 1932 bajo el título de “Brave New World”, extraído de un pasaje de la Tempestad de Shakespeare y traducido como Un mundo feliz, forma parte del corpus de distopías pioneras junto a las de Bradbury y Orwell, surgidas como respuesta a la ya creciente sociedad globalizada y capitalista que generaba y continua generando tantos miedos y controversias.
La historia narrada en Un mundo feliz es reflexiva, dura, brillante, inquietante, plagada de ironía, impactante… Intenta despertar conciencias pero ¿lo logra realmente?
En la novela se describe un mundo ya no muy lejano al nuestro, donde impera un sistema de castas, donde los individuos están creados y alterados genéticamente para encajar en alguna de ellas, donde el más mínimo pensamiento es anulado inmediatamente con el soma, una droga que convierte la infelicidad en felicidad. Es un mundo aparentemente perfecto, una dictadura con apariencia de democracia con mínimas fisuras, algunos pequeños defectos encarnados en personajes como Bernard Marx, el revolucionario pasivo y cobarde, en Helmholtz Watson, el revolucionario activo o en John el Salvaje…
Un mundo feliz es una crítica social contextualizada en un futuro atemporal pero cada vez más posible donde se plantean dilemas morales y políticos, donde el peligro no está en la tecnología en sí, sino en como se utiliza. Habla de genética, clonación, sexualidad infantil, eutanasia, horror a la vejez, exaltación de la juventud, control social mediante el consumismo y el entretenimiento, donde no hay cabida para la literatura, ni el arte, ni la filosofía. Ni siquiera hay amor, dolor, libertad o belleza. Su única religión es el soma, que anula todo pensamiento, todo dolor y la única familia es la casta a la que se pertenece. Los habitantes de Un mundo feliz están dominados por una mentalidad extremamente binaria y patriarcal y clara muestra de ello es que los personajes femeninos como Lenina Crowne o Linda, la madre de John el Salvaje, son descritas como puras mentes vacías, frívolas, sometidas, que no se cuestionan absolutamente nada.
En definitiva, Un mundo feliz se parece cada día más al nuestro, un mundo que entiende la felicidad como amor al consumismo y a la servidumbre, un mundo donde cada vez más el individuo queda diluido en la masa, una masa neutralizada, sometida, incapaz de rebelarse. ¿Estamos a tiempo de cambiar las cosas?
Enlace: https://maitemateos.wordpres..
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