Un mundo feliz

Libro que escogí para el club de lectura. Lo había leído en mi adolescencia, pero no recordaba prácticamente nada. Además, en este caso leí la traducción de cátedra que está libre de censura, con el texto íntegro. Quizá también por eso me pareció diferente, más brutal y descarnado.

Estamos ante una sociedad futura que recuerda mucho a la actual. Como si el libro no hubiera envejecido en estos noventa años, que se dice pronto. Impresiona.
Desde un punto de vista narrativo no destaca. Es en lo preclaro de las ideas que plantea en lo que excede. Tiene su parte horrible, con una frialdad de laboratorio y practicidad que reduce al ser humano a una mera pieza de engranaje, asegurándose de que no sienta demasiado, no tenga lazos, ni ambiciones, condicionados para querer lo que obtienen y saciar sus deseos de la forma más sencilla posible. Y en caso de cualquier sentimiento negativo, la anulación temporal de la realidad a través de una droga para tomarse unas vacaciones de ésta.

A esta sociedad contrapone otra en un estado salvaje exagerado, con rituales, dioses, lazos familiares, la posibilidad de la soledad del individuo, costumbres...
Sin embargo, en esta contraposición veremos las sombras de ambas sociedades, los horrores y los sinsentidos, sin posicionarse. Nos muestra lo peor de la sociedad en sus vertientes más extremas, el control de la población a través de condicionamientos distintos: el de laboratorio y el de las costumbres.

Este libro tiene muchísima chicha que desgranar, resaltando lo al día que sigue estando. Está repleto de frases que se pueden aplicar hoy como si hubieran sido escritas esta mañana.
Me interesa sobre todo el enfoque de la sociedad saciada a corto plazo a base de entretenimiento, sexo y sensaciones placenteras. Sobre todo, lo importante es no dejarles pensar. Un control absoluto. La comodidad y la disuasión del conflicto en aras de proteger el estado de bienestar. O lo que es lo mismo: una sociedad alienada, banal, condicionada para ser lo que son, donde nadie es indispensable, donde nadie importa más que como una pieza más.

En fin, el libro da mucho más de sí, y aunque es a ratos denso, creo que es una lectura que merece mucho la pena, sobre todo si se lee de manera conjunta para poder desarrollar los temas que trata a través de esos personajes infantilizados y moldeados desde la probeta.