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Crítica de Celia_0504


Celia_0504
19 June 2023
Para el #retopiaspirits de @victorianspiritsblog de junio me ha tocado hacer la segunda relectura de una de las grandes obras del género distópico. Leí por primera vez “Un Mundo feliz”en Segundo de Bachillerato con 17 años, y fue una de esas lecturas que a uno se le quedan en la mente mucho después de haberlas finiquitado. Incluso si no hubiera iniciado este reto de libros distopicos, más tarde que temprano hubiera vuelto a leer este libro. No solo porque fuera un que me gustase y me impactará en su momento, y porque tenía olvidadas muchas cosas de él. También porque habla de una serie de cosas y presenta varias cuestiones relacionadas con el futuro que es importante tener en cuenta en la actualidad.

Un Mundo feliz” nos lleva precisamente a eso, a una ucronía donde se ha encontrado la estabilidad social, la paz y la armonía. Figuras como el matrimonio y la familia han desaparecido hasta ser vistas como obscenas, y en su lugar las personas nacen por medios científicos en un laboratorio. La gente trabaja lo mínimo indispensable, y tienen a su disposición todo tipo de de entretenimientos y facilidades gracias a los avances de la tecnología. Hay una gran libertad sexual basada en que “todo el mundo es de todos”, y los sentimientos y pensamientos negativos se superan a base de drogas a disposición de todo el mundo. A cambio, los ciudadanos han perdido nociones como la independencia, la capacidad de pensar por sí mismos, el arte y la literatura, la religión y el amor de verdad. Un mundo aparentemente fácil, pero que resulta mortalmente hostil para el Salvaje John, un joven que nació de forma natural y se crió en una reserva India, y cuyo único contacto con el exterior ha sido la lectura de las obras de Shakespeare.

Me ha gustado la lectura, no voy a mentir. Pero al mismo tiempo no me impactado tanto como cuando tenía 17 años. Un mundo feliz me parece una sátira futurista increíblemente bien construida e ideada. Pero al mismo tiempo siento que hay ciertos aspectos de ella que me han dejado muy fría. Especialmente su inicio. Es demasiado frío, impersonal y y me ha parecido que toda la información que se aporta nos llega de una manera muy abrupta. Hace que cueste conectar mucho con la historia personal, y especialmente con los personajes. de todas maneras, creo que eso es algo intencionado por parte del autor, el de demostrarnos de una manera tan inversiva el aséptico y frívolo mundo en el que se mueven sus personajes, lo impersonal y tecnológico que es .

Una tónica típica entre los lectores de esta obra es compararla con otra de las crónica distópicas más famosas de la historia, “1984”. Mientras la obra de Huxley se dedica a elucubrar sobre a donde nos pueden llevar los avances tecnológicos y el control del Estado, el uso de las drogas y la satisfacción fácil como armas para controlar a la población; el libro de Orwell nos ponen la alerta contra los totalitarismos y el control de masas. En ambas obras se nos presentan vertientes del futuro tan posibles como escalofriantes y creíbles. Pero la obra de Orwell tiene un algo más impactante, pese a que su historia y su narración es, posiblemente, más simple. Tiene un elemento más terrorífico que impacta y que en sus últimos capítulos nos lleva a un clímax de infarto.En esta lectura de “Un Mundo Feliz” me ha faltado hasta prácticamente sus últimos capitulos.

Al igual que la primera vez, el futuro que nos presenta Huxley me ha dejado sin aliento por lo increíblemente certero de sus predicciones. Ese futuro que su obra muestra nos presenta un estado que ha avanzado en lo tecnológico y ha conseguido que sus habitantes tengan vidas fáciles y sin preocupaciones, proporcionándoles diversos medios solución a todos sus problemas.Y aquí la cuestión. No hay problemas porque no tienen la capacidad de pensar por sí mismos, la individualidad suficiente para encontrarlos, la capacidad de tener un mínimo de espíritu crítico. Ese mundo parece una fiesta, pero en el fondo es una tragedia vacua, amarga y terriblemente simple, por que todas las facilidades que sus habitantes tienen en lo tecnológico y lo social camuflan de una manera vergonzosa todo lo que ignoran porque les ha sido vedado acceder a ese conocimiento y al simple hecho de enfrentarse con ellos mismos, a su ser más personal. Cualquier personalidad interior que tengan y se oponga a las ideas oficiales del régimen, cualquier voz interior, que les anime a poner en cuestión todo lo que le rodea, han sido extirpados y asesinados antes de que sean conscientes de ella. Ni siquiera se les ha dado la oportunidad de nacer o formarse. Y aquellos que tienen un mínimo de raciocinio están condenados a no poder adaptarse en una sociedad en la que todo el mundo puede ser feliz sin apenas hacer nada, a ser excluidos en una reunión en la que todos pueden participar. de hecho, la inmensa mayoría de los personajes que pueblan estas páginas no se salvan de nuestra mirada crítica, todos tienen algo que hace que el lector esté en contra de ellos y les mire desde una óptica amarga. Ya sea su adhesión total al régimen y a las ideas que propugna, o por la manera en que se oponen a esas ideas. Pero al final son todos víctimas crueles del sistema, nadando entre la aceptación absoluta e incondicional, o el deseo inconfesado de poder ser parte del sistema. Leyendo uno no puede evitar acordarse de esa frase de "Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie".

Y es esa paradoja lo que hace aún más trágica la figura del salvaje John, el eje emocional de esta obra tan científica, la mancha en la superficie aséptica e inmaculada que es la sociedad futurista de “Un Mundo Feliz”. John es el loco entre los cuerdos que al final es el único sensato que puede ver el sinsentido que es el mundo con el que soñaba cuando era un marginado en la reserva de Malpaís. Todo en él es trágico y está abocado a la desgracia. Como si un personaje de su amado y citado Shakespeare se tratara, John está destinado a ser siempre un paria, un hombre inadaptado y sin raíces. Y al mismo tiempo, eso le dará siempre cierta libertad emocional. La suficiente como para poder ver que ese mundo feliz con el que soñaba tiene algo corrupto y maloliente. Una corrupción que acabará salpicando su inocencia hasta hacerla desaparecer de una forma cruel y que Huxley relata con el mismo detallismo y frialdad con el que un medico practicaría una autopsia.Resulta terrible ver como las frases de Shakespeare que el joven va citando a lo largo del libro van cogiendo un cariz cada vez más tenso y dramatico hoja a hoja, que va demostrando su cambio espiritual y como poco a poco va amargándose ante todo aquello que le rodea, a medida que descubre lo terrible que es la avanzada sociedad futurista en la que no tiene lugar por su educación, su crianza y la forma en que nació; un mundo que nada se toma en serio y que solo le ve como un elemento pintoresco. Un elemento que, como las drogas, el cine sensorial y las fiestas está ahí para entretener. Y que en cuanto cualquier elemento se convierte en algo incómodo, no se le destruye, sino que se le hace algo peor. Asimilarlo.

Para mí el gran momento de toda la novela, el que más nítido tenia en mi memoria de la primera vez que la leí, es esa conversación final entre John y Mustafá Mond en los últimos capítulos del libros. La conversación que demuestra la ironía de todo el experimento social que es ese mundo distópico , en el que todo parece simple, pero es a la vez una maquinaria compleja en la que cada elemento está perfectamente estructurado. Y es a la vez, en ese estudio sociológico es donde encontramos la auténtica poesía que supone “Un Mundo Feliz”, con todo su esplendor. al final, la obra de Huxley es un canto crudo y perturbador pero a la vez bello y matizado contra los vacuos cantos de sirena y las facilidades accesibles, contra el hecho de que el Estado intervenga tanto que dé a sus habitantes todo ya hecho sin que tengan que idearlo, buscarlo, crearlo. Y es un canto a favor de algunos de los aspectos más estéticos y difíciles del ser humano, como la capacidad de cuestionarse todo alrededor o de enfrentarse a sentimientos tan desagradables como la rabia, el odio, la tristeza o el miedo. Porque es de ahí, de lo grotesco y de lo sucio, de lo peor de la humanidad, de dónde, paradójicamente, sale también lo mejor de la humanidad, como la música, la literatura, el amor, la libertad y la autocrítica. de lo feo puede salir la hermosura, una hermosura mucho más compleja y libre, que cualquier idealismo ya fabricado y que te traigan hecho a medida. esa es la auténtica enseñanza de “Un Mundo Feliz” más allá de sus incuestionables y estudiados vaticinios. Una enseñanza que nos obliga a decidir qué es lo que supone y conlleva el ser humano, que es lo que le hace a uno serlo.
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