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Rememorando (por enésima vez) el principio de Anna Karenina: Todas las familias felices se parecen pero las infelices lo son cada una a su manera, entramos en la historia de una familia en la que “Un acontecimiento terrible tuvo lugar durante la infancia de la bisabuela y las consecuencias se extienden a lo largo de generaciones”, como lo define la autora en el prólogo. Esta es la historia de esa familia, pero contada al revés. Comienza la historia con Sol, un niño de seis años, que se siente invencible y privilegiado dado el gran amor que despierta su familia. De ella destacamos a su padre, y su abuela y bisabuela paternas. Todos ellos tienen una cosa común, una marca de nacimiento. Eso si, cada una tiene su propia forma y se ubica en una parte distinta del cuerpo. de alguna manera (a veces por orgullo, a veces por vergüenza), esas marcas de nacimiento están implicadas en el desarrollo de la vida de sus poseedores. A través de Sol, conocemos a Randall (su padre, capítulo 2), un hombre que intenta vivir en el presente y conseguir lo mejor para su familia, aunque su esposa no se lo ponga fácil, la relación con su madre (que vive en Israel) sea inexistente (ya sabremos por qué) y adore a su abuela Erra, una cantante de reconocimiento mundial. El tercer capítulo se lo dedica a Sadie, madre de Randall y abuela de Sol. Experta en “actitudes y actuaciones” nazis en Centroeuropa durante los preliminares, desarrollo y postrimerías de la II G.M. Su ansia de saber cada día más hizo que, como en ocasiones similares, no dedicase el tiempo necesario a su familia. El cuarto, para mi el más emotivo, se refiere a Kristina (nombre artístico de Erra) y origen de la familia. Es ahí cuando las sábanas que protegen los muebles del polvo, caen; cuando se descorren las cortinas para que entre la luz y se abren las ventanas para que se airee la historia. Calificación muy alta, tanto por la forma de narrar la historia como por cómo la cuenta. Es más que recomendable, sobre todo porque (volviendo a Anna Karenina) todas las familias arrastran (arrastramos) fantasmas y conflictos que, la mayoría de las veces ni siquiera somos conscientes de que están ahí. ¡Cómo para intentar averiguar el origen! |
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