 |
Estamos ante una space opera de corte distópico narrada a dos voces en primera persona, que coge el concepto de naves biológicas y lo retuerce para plantear un mundo inmenso, rico y tremendamente original e imaginativo. Un libro complejo y confuso, sobre todo si no se está acostumbrado a leer ciencia ficción, en el que nave y mundo son sinónimos. Y un mundo despiadado, visceral y violento, putrefacto, sucio y decadente, que la autora aprovecha para hablar de rabia, rebelión y lucha, criticando la estratificación de clases, la xenofobia y el capitalismo. Para hablar, también, de diversos tipos de maternidad. del control de la natalidad como otra forma de opresión sobre la mujer, como otra manera de menoscabar su libertad individual. De la mujer como gestadora de vida, pero también de herramientas para el sistema, y gestadora de nuevos mundos. De la mujer como recipiente o vasija, quiera o no quiera, porque es más importante el contenido que el continente. Y de los úteros como fuente de poder. Un libro oscuro que, sin embargo, deja lugar para la esperanza, para la resiliencia y la autoaceptación, para avanzar y mejorar si colaboramos, dejando los prejuicios a un lado. Con personajes tremendamente humanos que evolucionan de manera magistral y un elenco fabuloso de secundarios. |
>
