Las estrellas son legión

Los límites del universo
La Legión se muere, los mundos que la componen se están pudriendo y sus habitantes están sumidas en una guerra por la supervivencia en la que no parece que vaya a ganar la más fuerte. La clave parece que es hacerse con el Mokshi, pero solo puede hacerlo Zan, una mujer que no recuerda quién es, pero que sabe que tiene una misión en todo el genocidio llevado a cabo por las lores de la Legión.
De este modo comienza nuestra historia de ciencia ficción, space opera, que se nos plantea in media res, ya que lo primero que conoce el lector es el regreso de Zan al planeta-nave Katazyrna después de la misión fallida de conquistar el planeta-nave Mokshi. La protagonista y el lector entran en mitad de una trama política que ambos desconocen, el lector por lo obvio, Zan porque sufre amnesia, y en la que otro personaje la otra voz narradora de la obra, Jayd, parece ser la clave del conocimiento. Así que, situados en la trama, el lector en un primer momento solo podrá saber que Katazyrna se está muriendo, que está en conflicto con otra familia, las Bhavajas, por tener el control de la Legión, el conjunto de planetas que orbita alrededor del mismo sol.
No obstante, pronto conoceremos, por Jayd, que hay algo que se esconde tras estas dos voces que nos narran. Así lo obra, además de contarnos el conflicto político general, nos relata de manera muy criptica, hasta el final de obra obviamente, también las intrigas de la protagonista y el otro personaje: la lucha de Zan para cumplir el plan que parece que ella misma y Jayd había elaborado para liberar a la Legión de la tiranía y la dictadura de los lores de la guerra de cada mundo.
El contrapunto
Normalmente, ahora os hablaría del tema, pero esta novela es una obra también de personajes, de su simbolismo y su perspectiva. La particularidad de la obra es que en ella todos sus personajes son femeninos, no existen los hombres y las mujeres engendran cuando y lo que el planeta considera necesario. de ahí el nombre que se hizo viral en internet.
De todos modos, más allá de esto, la obra como decía tiene unos personajes que nos invitan a darle una vuelta al asunto. Por ejemplo, la antagonista de esta historia no son las «malas», Rasida o Anat, lores de la guerra en conflicto, sino la propia «pareja», Jayd que parece haberla utilizado. Así el personaje representará todos los interrogantes de la obra, en todos los aspectos, y Zan será todas las respuestas. La relación afectivo-amorosa, por tanto, se va diluyendo para lo que al lector respecta, y el peso se deriva a las relaciones reales que tiene nuestra protagonista: el enfrentamiento a la ancianidad, a la pérdida, a la locura. Todas ellas encarnadas en los personajes que la acompañan en su viaje a su memoria.
Carne, venas y sangre
A un viaje a su memoria, sí, porque como mencionábamos más arriba nuestra protagonista pierde su memoria después de fallar la misión. En este sentido, la novela se puede permitir ser todo lo libre que quiera, ya que empieza de cero, aunque oculte cosas. Gracias a ello podemos encontrar un mundo ajeno y no al nuestro, en el que se nos ofrece una narración enteramente cárnica y femenina. Mi sensación a este respecto, después del choque inicial de géneros, ha sido de eliminación de estos y de los roles, cambiando el punto de importancia a la idea de poder.
Derivada de esta femineidad y poder, encontramos dos ideas muy interesantes: una erótica diferente, más tensa e incluso más instrumental, empleada como herramienta política; y una noción de maternidad más real, con lo bueno y con lo malo que se deriva de ella. Ahora bien, esta idea, como veréis, aparecerá afectada por la propia concepción que la autora ha hecho de los mundos.
La particularidad del escenario en el que nos encuadra Kameron Hurley es que los mundos son seres vivos y a la vez naves espaciales. Comparte por tanto una estructura biológica y una configuración artificial (una sala de mandos, ascensores, arsenales de armas, vehículos, etc.) y esto produce cierto choque en el lector; no es lo mismo pensar en una puerta metálica que se abre, que en una puerta hecha de carne y sangre que es un órgano de un planeta entero. Sin embargo, una vez pasado el choque inicial, el lector va descubriendo y asimilando las implicaciones de que el mundo sea así: todos sus componentes son claves para el funcionamiento del mundo, cuando se dice que se muere, lo que sucede es que la carne se pudre (como corroe el cáncer o el óxido en el metal), y, además, la nave gobierna en un sentido último a todas sus habitantes: quienes viven, lo que permanece es porque son útiles, lo que no es desechado; las mujeres son las encargadas de traer al mundo todas las piezas necesarias para que funcione. Y he ahí la maternidad.
Tan poco…
La verdad es que me planto ante una reseña frustrante, ya que la novela da para páginas y páginas de reflexión sobre ella: desde el tema de la mujer, pasando por la maternidad, el poder, el control sobre el otro, la memoria, lo que es un ser vivo, etc. Todo esto aparece en la novela, pero tiene mucho más como la idea de dios o qué es la lealtad o lo justo.
Pero, bueno, intento transmitiros lo que me ha hecho plantearme la obra. Creo que es una novela de ciencia ficción compleja, no difícil, pero sí de cierta complejidad, pero que, más allá de ello, nos permite descubrir que el poder es la clave, así como la responsabilidad de saber usarlo.
Por otro lado, a pesar de estar narrado a dos voces y comenzado in media res es una novela que se sigue con una facilidad pasmosa. Primero por su estilo que no es difícil sino complejo, segundo porque la autora consigue sorprenderte a cada momento, planteándote una nueva situación que asumir, analizar y abordar. Os la recomiendo de verdad porque no os podréis quedar indiferentes. Espero que os animéis con ella.


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