Cierto es que me costó bastante leer esta obra, no porque fuera aburrida o me disgustase, es solo que no estoy en mi mejor momento como lectora y no hay que negar que es un libro bastante grande, me asustaba. La prosa de Víctor Hugo es descriptiva, muy detallista, creí que al tener algunos pasajes hablando de arquitectura, en específico de la gran catedral Nuestra Señora de París se iba a tornar aburrido pero no lo fue en absoluto, leía con deleite aquella exposición de lo simbólico. Definiría esta obra como una oda a la belleza en sus manifestaciones más puras, una apología al amor pero al mismo tiempo una exhibición de las pasiones humanas que con brío salen al exterior a veces de la peor forma. Para finalizar, no puedo no hablar de Quasimodo el jorobado, un personaje que me causó tanta tristeza como admiración, pues la belleza de su alma irradia toda esta magnífica novela. |