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Después de cuatro meses he terminado la lectura de este grandioso clásico de la literatura francesa. Empezar el libro acompañada en LC me animó a comenzar el libro más extenso que jamás he leído. Fue un gran acierto hacerlo así por la gran riqueza en las aportaciones y por la “obligación“ de marcar un ritmo, aunque en el último mes el trabajo y otras lecturas me impidieron seguirlo y me atrasé, tanto que he tardado un mes más en terminarlo. Pero lo importante es que lo he disfrutado a mi ritmo, pausándolo cuando ha sido necesario y retomándolo con ganas. Víctor Hugo hace un retrato de los bajos fond s de la sociedad francesa de la época, primera mitad del S-XIX, donde ladrones, mendigos, prostitutas y criminales luchan por sobrevivir en las calles de un París marcado por los cambios políticos y las rebeliones. Con grandes dosis de crítica hacia la ley y la justicia, la moralidad, la religión y la política, nos habla de esos miserables, pero sobretodo de los que la miseria inunda no sólo su condición social sino también su corazón. Porque la pobreza a veces va de la mano de la maldad sin importar hacer daño a los demás con tal de conseguir un beneficio propio por pequeño que sea, pero la pobreza no es culpable de que existan corazones ennegrecidos, en la pobreza también se encuentran personas con un corazón gigante, lleno de nobleza y honestidad, que ayudan al prójimo sin pedir nada a cambio, desprenden luz y regalan amor. Aunque en este libro se cuenta, por encima de todo, la historia de Jean Valjean, un exconvicto que será perseguido hasta el fin de sus días por robar un trozo de pan. La mayoría ya conoceréis el argumento, pero para los que lleguéis a él sin saber nada como me pasó a mí, os recomiendo ir a ciegas. Así que no voy a contar nada de la trama, dejaos sorprender. Sólo diré que la historia atrapa desde la primera página a la última, en ningún momento decae, y, aunque nos vamos encontrando pequeños ensayos que se intercalan, sobre la batalla de Waterloo, los conventos de clausura, las cloacas de París,…. que pueden resultar más o menos interesantes, a menudo demasiado largos, cargados de minuciosas descripciones, que nos alejan de la trama, se lo podemos perdonar, porque el balance final compensa. En un libro como este el contexto histórico se hace necesario, pero la cantidad de páginas dedicadas a ello pueden resultar innecesarias y se podría decidir hacer una lectura en diagonal sin que afectara en ningún momento a la historia principal o seguir con la trama y volver a ellas en pequeñas dosis mientras vamos avanzando. Así lo hice yo y me ha ayudado a no perder el hilo de la historia en momentos clave. Una lectura a la que hay que perderle el miedo y lanzarse a ella sin prisa, con tranquilidad, saboreando su impecable estilo narrativo, lleno de belleza y profundidad. Con una estructura y un ritmo perfectos que hacen que la lectura resulte ágil y muy amena. Y con unos personajes que se quedarán en el corazón para siempre. Unos personajes magníficamente perfilados, pero sobretodo muy reales y humanos, que consiguen que el lector se ría y lloré con ellos, que sufra con sus calamidades y se alegre de sus logros, que los acompañe con el corazón encogido y un sentimiento de impotencia en muchos momentos. Personajes que rebosan maldad y otros que son todo bondad, personajes que se equivocan, que saben perdonar y aman profundamente. Personajes sobretodo que hacen sentir, que hacen reflexionar y que hacen disfrutar de una grandísima historia, una historia inolvidable. Un libro muy completo a nivel histórico, filosófico, humano y argumental. Una obra de arte que no puede compararse con otro. Un imprescindible que hay que leer en algún momento de nuestra vida. |
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