Tiempo de brujas (El Samurái Maldito nº 2)

La novela sigue la línea de la primera parte: con personajes grises, con un aura de decadencia que envuelve la trama y con un mundo apagado, que sufre. Pero poco a poco, la brecha luminosa de la esperanza se va haciendo más y más grande. Y vemos cómo la fina línea entre el bien y el mal se va desdibujando.

He notado un gran salto de calidad en este libro respecto al anterior. Una evolución en el autor que nos viene con un estilo propio mucho más definido y que nos regala oraciones dignas de ser releídas una y otra vez.

He disfrutado muchísimo con la lectura de este libro, incluso más de lo que disfruté con el primero. A diferencia de "El filo de la verdad", en el que hubo algunas escenas que se me hicieron un pelín largas, no me hubiera importado leer 200 páginas más de "Tiempo de brujas". He percibido un descenso en la densidad de la historia, probablemente resultado de la nueva división de capítulos en los que se intercalan los caminos de distintos personajes. Caminos que, debo añadir, me ha encantado cómo se han ido uniendo. Y ya que hablamos de la división y estructura general de la novela: me ha parecido un gran acierto la segregación de las diferentes partes según el avance de las estaciones del año.

Podría resaltar muchas cosas de esta obra, como la gran cantidad de sorpresas y grandes revelaciones que nos seguimos llevando, o la profundidad de sus personajes, pero para mí la verdadera clave de su éxito reside en la mezcla perfectamente equilibrada de los muchos elementos que en ella encontramos. Un cóctel que a priori parece indigesto pero que funciona a las mil maravillas. Brujas, demonios, templarios y piratas que dan lugar a épicas batallas mágicas, a escenas duras y escabrosas, a momentos estilo novela de aventuras surcando los mares en busca de reliquias y a dioses jugando con el destino de los mortales.

Una novela que engloba muchos elementos de distintos subgéneros de la fantasía, pero con un toque muy original que agradará a aquellos lectores que no le teman a estar rodeados de tinieblas para poder adentearse en la vertiente más oscura de la fantasía.