Yo soy la única apicultora comercial, la única que se gana la vida con esto y tiene muchas colmenas. La mayoría son hombres, y casi todas las mujeres son esposas que muestran interés por la afición de sus maridos.
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Yo soy la única apicultora comercial, la única que se gana la vida con esto y tiene muchas colmenas. La mayoría son hombres, y casi todas las mujeres son esposas que muestran interés por la afición de sus maridos.
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Durante los últimos doce años he aprendido que los árboles necesitan espacio para crecer, que los coyotes cantan junto al arroyo en enero, que en el roble sólo se puede clavar un clavo cuando está verde, que las abejas saben más que yo sobre la fabricación de miel, que el amor puede convertirse en tristeza y que hay más preguntas que respuestas.
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Durante los últimos doce años he aprendido que los árboles necesitan espacio para crecer, que los coyotes cantan junto al arroyo en enero, que en el roble sólo se puede clavar un clavo cuando está verde, que las abejas saben más que yo sobre la fabricación de miel, que el amor puede convertirse en tristeza y que hay más preguntas que respuestas
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Mis trescientos enjambres de abejas están desperdigados por las colinas del sur de Misuri, en colmenares situados en los pastos de los granjeros o en los límites de sus arboledas. Todos los años doy a cada familia que tiene uno de estos colmenares un galón de miel en concepto de alquiler, aunque a la mayoría de granjeros le gusta tener enjambres en sus tierras, pues las abejas polinizan sus plantaciones y los tréboles de sus pastos.
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Por eso he dejado de dormir en la cabaña; una casa es demasiado pequeña, demasiado restrictiva. Quiero el mundo entero, y también las estrellas.
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(…) vivimos en un mundo que no sólo es más extraño de lo que pensamos, sino más extraño de lo que podemos pensar
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La leyenda de Sleepy Hollow es un relato corto de terror y romanticismo, se desarrolla en los alrededores de...