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Crítica de Celia_0504


Celia_0504
30 July 2023
Publicado en 1911 y considerado uno de los clásicos de la literatura infantil británica,”El Jardín Secreto” nos cuenta la historia de Mary Lenox , una niña de nueve años criada en la India, a la que un brote de Cólera deja huérfana. El único familiar que le queda es un tío del que nunca ha oído hablar, y que tiene una mansión en los páramos de Yorkshire. Y para ahí que va Mary, una niña egoísta y desagradable que no cae bien a nadie. Pero el contacto con la naturaleza, el ejercicio físico y la amistad que hace con varios criados y con Dickon, un niño que puede hablar con los animales y hacer que cualquier flor crezca, cambiaran positivamente a Mary. La cual se interesara por un jardín que ha permanecido 10 años cerrado y al que nadie puede acceder. Y por el llanto que por las noches escucha por los pasillos de la mansión.

Durante muchos años he tenido pendiente esta novela, pero no me he animado a leerla hasta ahora. En primer lugar, por la preciosa edición, que una vez más, nos trae la editorial Alma en su colección de clásicos ilustrados (de la hablare más a delante). Y en segundo lugar, porque el cuerpo me pedía una historia fácil de leer, con un mensaje positivo y un tono feel good. Y si eso es lo que buscas, ”El Jardín Secreto” es tu libro. Se trata de una obra plácida y tierna, con la que su autora, Frances Hodgson Burnett, no busca en ningún momento hacer sufrir al lector. Es cierto que hay muertes, desafección familiar, enfermedad y tristeza, pero eso es solo el abono para que florezca esta bonita historia de crecimiento y superación. El episodio que puede resultar más traumático aparecen las primeras páginas, y es la muerte de los padres de Mary con su consiguiente orfandad. Pero incluso esto no es algo que resulte traumático de leer, ya que la propia niña se ha criado tan distante de sus progenitores que no siente especialmente su muerte, por lo que ni ella ni el lector lo pasan mal con esto. Además, el libro está escrito en capítulos cortos, lo que hace más dinámica su lectura, y con un lenguaje directo y sencillo, a la vez que poético, muy adecuado para que los más jóvenes lo lean . Pero al mismo tiempo, su transfondo más adulto y oscuro hace que también sea una lectura accesible para los más mayores.

El poder sanador de la naturaleza, la amistad independiente de las clases sociales y las circunstancias, la empatía y la fuerza del pensamiento positivo son los cimientos en los que se asienta esta narración que nos llevará al corazón de la Inglaterra eduardiana con sus luces y sus sombras. En una nota a pie de la página de la presente edición de Alma, me encantó descubrír que una de las inspiraciones de la autora para escribir este libro fue “Cumbres Borrascosas” de Emily Bronte. Y eso equivale a que Hodgson Burnett nos lleva a una vetusta mansión con más de cien habitaciones, alrededor de la cual el viento “borrasquea” por la noche, y en la que los secretos se ocultan por su largos corredores. Y que cuenta con unos laberínticos jardines, que se convertirán en el epicentro de la trama. Un entorno de lo más británico. Pero ojalá que todo en este libro resultara tan inocuo. Mientras leía, no podía dejar de acordarme de un capítulo de la famosa y longeva serie de “Los Simpson”, en el que se hace una parodia de la novela y de su autora (cambiándole los nombres) y donde se habla de su contenido colonial y la forma en que la protagonista se refiere y trata de los indianos y a los criados que tenía en su casa de la India. Es cierto que, obviamente, en ese aspecto la novela ha quedado un tanto (mucho) desfasada, y que hoy por hoy por esos aspectos sería impublicable. Es uno de los pequeños detalles que se suma al resto, que evidencia que el libro no deja de ser hijo de su época, y que hay que contextualizar la literatura histórica y socialmente. Como cualquier obra escrita hace años.

Una verdadera pena, porque es de lo poco que para el lector moderno puede desmerecer una novela que creo que durante su primera mitad demuestra que ha envejecido sorprendentemente bien por lo estupendamente trabajados que están todos sus elementos. Presenta una historia sencilla, sí, pero bastante realista, sin resultar desagradable, y con unos personajes bastante bien matizado. Una muestra de que la literatura infantil no tiene porque ser cursi para ser entretenida y enseñar al lector. Sin embargo, creo que a partir de su segunda mitad, cuando se resuelve el gran misterio que esconde Misselthwaite Manor, todo empieza a decaer bastante. A partir de ese momento, para mí la trama se estanca totalmente, sin ese punto de misterio (que es muy predecible, sí, pero que aún así consigue enganchar bastante y darle vidilla al conjunto) todo pierde mucho fuelle. Sin el misterio, la novela acaba cayendo en los tópicos de la narrativa infantil, centrándose más en el crecimiento de los personajes y en la idea de que el contacto con la naturaleza, el ejercicio, el esforzarse por cambiar y el pensamiento positivo pueden obrar milagros y hacer que las personas mejoren en todos los sentidos. No digo que el mensaje no tenga algo de real y que no sea fácil conectar con él, pero al girar absolutamente todo entorno a eso en las últimas páginas, para mí la narrativa perdió bastante interés Además, personajes como Martha, la criada, y la propia Mary acaban desdibujándose totalmente en favor de Colin, el gran protagonista de los últimos capítulos de la obra. Tanto Mary como Colin son dos personajes que al principio resultan odiosos, pero con los que es imposible no empatizar porque entiendes como han llegado a ser como son y sabes que, en el fondo, no es culpa suya. Y es que uno de los temas centrales del libro es el desarraigo familiar y el abandono paterno por diferentes causas, y como este afecta a los niños. Y es muy bonito tener la la oportunidad de ver cómo Mary y Colin se ven obligados a sobreponerse algo que les ha afectado más de lo que son conscientes, y como van cambiando y convirtiéndose en personas totalmente diferentes y que gustan más, ya no solo a los demás, también (y esto es muy importante) a si mismos.

Si hay dos puntos positivos por los que esta lectura destaca son:

1. El arco evolutivo de su protagonista. Cuando la conocemos Mary es una niña absolutamente insoportable, que no cae bien a nadie, ni tan siquiera así misma. Para mí una de las mayores virtudes de la novela es la forma paulatina, creíble y orgánica en la que se va desarrollando su evolución como personaje. Como el lector va viendo la forma en que Mary progresa y crece, pero sin perder la esencia de su naturaleza. La tónica, tan manida en los libros y novelas infanto-juveniles, del niño o la niña que llega a un entorno desconocido, serio y controlado por adultos antipáticos y sin imaginación, y que con su presencia convierten ese lugar en uno mucho más amable, me parece que está muy bien llevada en ”El Jardín Secreto”, y con un toque bastante original. Con la llegada de Mary, las cosas empiezan a cambiar gracias en parte a que es ella la que cambia. Y todo eso, sin perder algunas de sus peores características, como su terquedad, su orgullo y su mal carácter. Ella no es una Ana Shirley o una Pollyanna. Es un personaje que se va haciendo querido con el tiempo, pero eso no equivale a que sea un ángel y no tenga sus puntos negativos. Es, en definitiva, un personaje increíblemente humano y complejo.

Y esto puede aplicarse a otro de los grandes protagonistas de la obra, Colin.

2: La ambientación. La naturaleza es un personaje más en este libro y Frances Hodgson Burnett se recrea al hablar de ella. Ya sea con las pormenorizadas descripciones de los páramos de Yorkshire, o hablando de los cuidados jardines de Misselthwaite. Y, por supuesto, con el famoso jardín secreto que da nombre al libro y su escenario principal
, el cual hace las veces de escuela de la vida para Colin y Mary. La descripción de estos entornos naturales y el paso de las estaciones es la excusa perfecta para que Hodgson Burnett pueda usar un lenguaje lírico y poético que se solaza en las bellezas de estos lugares. Y que va muy de la mano con lo que, en definitiva, es “El Jardín Secreto”. Una novela de crecimiento, cuya magia surge de la evolución de estos personajes al son de los compases que marquen la naturaleza. A lo largo de la obra paulatinamente van sucediéndose las estaciones. Las flores y las plantas están obligadas a soportar el frio del invierno, los rigores del otoño, y el calor asfixiante del verano para poder llegar a su punto álgido con la primavera, cuando llegan a su máximo esplendor. Y de la misma forma, Mary y Colin deben hacer frente a lo peor de ellos para poder también madurar, crecer y mejorar como personas. Es un ejercicio ingrato, lleno de sinsabores y de momentos amargos. Pero la recompensa merece la pena. Es un jardín en primavera, un lugar seguro que uno ha embellecido con sus propias manos y del cual puede sentirse orgulloso. Y además, no tiene porque ser un camino solitario. Se hace con ayuda de otros resulta más grato.

Y por supuesto, uno de los puntos fuertes de esta a sido la edición en la que tenido la oportunidad de leerlo, la cual ha sacado hace unos meses la editorial al monte. Cómo me alegra cuando anuncian que dentro de su colección de clásicos ilustrados van a sacar alguna obra que quiero leer y que no tengo aún, porque eso me da la perfecta excusa para poder hacerme con sus publicaciones. La edición es absolutamente preciosa y está cuidada hasta el más mínimo detalle. Estoy particularmente enamorada de la ilustración de las guardas. al principio debo admitir que las ilustraciones que la acompañaban, obra de Júlia Amador, no me convencían del todo. Pero a medida que fue discurriendo la narración, me encantó ver hasta qué punto complementaban el trabajo de Hodgson Burnett. Son ilustraciones en gris y que, a primera a primera vista tienen una pinta bastante seria, pero en las que los toques de color roja casan con la idea de floración en la psicología y evolución de los personajes de la historia. También me llamo mucho la atención que la autora usara palabras raras y expresiones mal escritas para emular el acento y habla típicos de Yorkshire, que en la obra original ingles son muy relevantes para la caracterización de los personajes, sobre todo porque Mary Colín van incorporándolas poco a poco. al principio me costó mucho conectar con ello cuando lo tenía delante, me sacaba mucho de la historia mientras leía, pero poco a poco, a media que me iba acostumbrando, me gustó como recurso para llevarnos a una de las características de la novela y que es muy difícil verter cuando se traduce a otro idioma que no sea el Inglés.

Quizás si hace muchos, muchos años no hubiera visto la película que hay de este libro del año 1993, la lectura me hubiera sorprendido más (por cierto, recientemente descubrí que también hay otra versión más moderna, del 2020). Y quizás, si hubiera leído de niña, esta novela, me hubiera enternecido más .Pero aún sabiendo de antemano, muchas de las cosas con las que iba a encontrarme, el libro me ha gustado mucho. Como todo gran libro de la literatura infantil, está escrito de una forma muy inteligente, en la que se tratan temas profundos de una manera cercana y conmovedora. Es una lectura plácida, como he dicho antes, no busca asustar o que se pase mal mientras se lee. Es un libro tierno, lleno de enseñanzas y con una hermosa ambientación. Y que en su primera parte, me parece soberbio en todos sus aspectos. Pero incluso, aunque, para mí, en la segunda mitad decaiga, lo considero una lectura encantadora y con la que he disfrutado bastante.
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