Donde estan los niños?

El título “¿Dónde están los niños?” ya nos da ciertas pistas sobre el contenido de la novela. En esta obra nos encontramos con la desaparición de los hijos de Nancy, por segunda vez. Sí, por segunda vez, porque la pobre experimentó ya la desaparición y muerte de sus otros hijos 7 años atrás.

No puedo ni imaginar cómo es perder a unos hijos, debe ser demoledor, y aún así, creo que con ese adjetivo me quedo corta. Nancy sufre como nadie la desaparición de sus hijos: primero, porque es su madre; segundo, porque es la segunda vez que ocurre; y, tercero, porque ella es la sospechosa.

Al principio, no encontraba la manera de hacerme al personaje de Nancy, me parecía una mujer fría. Sin embargo, conforme va avanzando la novela y vamos descubriendo su historia, es imposible no empatizar con ella. En este sentido, la autora consigue un buen ambiente de misterio, pues es en los últimos momentos cuando Nancy desvela su oscuro pasado.

Nos guía por este crimen un narrador omnisciente, que nos permite conocer el exterior de los personajes, pero también el interior de cada uno de ellos, hasta de los personajes secundarios, alrededor de los cuales la autora también crea historias secundarias. Sobre esta idea me gustaría destacar la construcción de la novela: cada capítulo se dedica a un personaje diferente, sea protagonista o secundario. Esto, a pesar de, en ocasiones, ser algo caótico, me ha gustado, ha sido hacer de la novela algo más ameno.

Por otro lado, es maravilloso cómo la autora hila los diferentes argumentos: es como si todos los personajes siguiesen el camino marcado por un hilo propio que les lleva, finalmente, a un nudo común. Esto le ha dado bastante sentido a la trama, explica por qué nos encontramos con los personajes que hay y no con otros.

Son, además, verdaderamente conmovedores los capítulos narrados por Michael, el hijo mayor de Nancy. Transmiten una ternura y una inocencia encantadoras. Es imposible que con un niño de narrador, un lector quede indiferente. Mike es un personaje que, a pesar de lo pequeñito que es, me ha llegado a lo más hondo. Seguramente sea porque me recuerda a cómo mi hermano mellizo cuida de mí, a la buena relación que comparto con él y lo querida que me siento por él sabiendo que en esa situación -y en cualquier otra- lo daríamos todo el uno por el otro.

Sin embargo, la historia no me ha sorprendido. Creo que tenía buena trama y material que explotar, pero la autora no ha logrado hacerlo del todo.

No soy Sherlock Holmes ni Hercules Poirot, ni muchísimo menos; pero considero que la novela es, más bien, previsible. Quizá es porque la autora, en las narraciones de nuestro criminal, da demasiadas pistas; pistas, además, muy evidentes. Es una pena porque la obra tenía material para dar bastante juego con ella, podría haber tomado otros rumbos.

Además, el ritmo de la novela es lentísimo. Es necesario conocer a los personajes y su pasado porque esto tiene una importancia clave en la historia, pero en ocasiones el ritmo se ralentiza demasiado, aunque cabe decir que, cuando esto ocurre, la autora introduce algún capítulo más movidito.

Es una novela que, a pesar de lo mencionado, he podido finalizar sin problemas, pues al fin y el cabo, es una lectura ágil a partir de la mitad de la narración. Sin embargo, considero que la autora podría haber jugado más con el misterio.

No significa esto que vaya a dejar de leer a esta autora. de vez en cuando me gusta leer novelas policíacas de este tipo para desconectar un poco de otras lecturas. Probaré con otros libros de esta autora, no quiero quedarme con este mal recuerdo - que sin embargo, no ha sido taaan taan amargo- y espero encontrar eso que hace a una novela policíaca triunfar: jugar con el misterio, con la psicología y, sobre todo, con los lectores.