… solo recuerdo que, cuando lo veíamos venir de lejos en aquellas tardes de mayo o junio, vísperas de exámenes y de primavera en rampa, emitíamos una contraseña juglaresca: «Helo, helo por do viene el infante motilón» (motilón por la faz benedictina), o cantábamos con sorna: «Ya viene el negro zumbón bailando alegre el bayón», añadiendo variantes jocosas según la inspiración del momento, «repicando la zambomba y replicando a don Ramón», lo que no deja de ser una paradoja porque no creo que nadie consiguiera imaginar nunca a Foneto ni alegre ni bailando, menos aún el bayón, que, con repique o no de zambomba, tampoco sabríamos identificar.