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Crítica de Celia_0504


Celia_0504
12 December 2023
Estoy haciendo un calendario de adviento basado en la mitología griega por stories de Instagram, y eso me animado a darle la oportunidad a una novela que en un principio no me llamaba especialmente la atención, pero que me compré este verano porque estaba a muy buen precio. Para ser sincera, no esperaba que fuera una lectura del otro mundo, me conformaba con que fuera rápida, mínimamente adictiva y entretenida. Y la verdad es que todo esto lo he encontrado en el debut literario de la académica Claire Heywood. Así que sin ser el libro de mi vida “Hijas de Esparta” me ha dejado mínima satisfecha por como me ha entretenido y lo ligerita que me ha resultado para leer.

Como hermanas, las princesas Helena y Clitemnestra no pueden ser más diferentes una de otra. Pero como hijas del rey de Esparta las dos saben que comparten el mismo destino: casarse por el bien de su linaje y su patria, y ser para sus esposos, Agamenón y Menelao, reinas sumisas mientras les proporcionan herederos. Pero llegara un momento en que las injusticias y dificultades de sus condiciones de esposas y madres sean demasiado crueles y pesadas. Y cuando Helena tome una decisión que ponga a toda Grecia en pie de guerra, las hijas de Esparta deberán luchar por encontrar su lugar en el mundo y acabar con la opresión que como féminas es lo único que conocen.

Como experta en Civilización Clásica, Heywood nos propone un acercamiento a “La Ilíada” de Homero desde una perspectiva muy realista y plausible. Esto convierte al enésimo retelling sobre la famosa guerra de Troya en una novela netamente histórica, si bien se siguen los episodios marcados por Homero. A los dioses solo se mencionan, en ningún momento intervienen entre las páginas de esta novela, ni hay situaciones fantásticas o paranormales. Así Helena no fue concebida por Zeus tronante bajo la forma de un cisne; o el apuesto Principe Paris no tuvo que tragarse el marrón de elegir cual era la diosa más bella del Olimpo y entregarle una manzana de oro (spoiler: eso de desairar a dos diosas nunca sale bien. En la mitología griega se saldo con una guerrita de nada). Todo lo que sucede en esta novela tiene su explicación racional, se da por obra y gracia de unos personajes bastantes realistas y mínimamente humanizados; que están movidos por el amor, la ambición, el deber, el deseo de venganza, o la búsqueda de la felicidad. Temas estos que ya aparecían en las obras de Homero. Y como señala la escritora al final del tomo, ha tenido muy en cuenta el contexto histórico y arqueológico en el que seguramente tuvo lugar la famosa guerra de Troya, las raíces históricas que historiadores y arqueólogos están de acuerdo que se encuentran al fondo de la obra de Homero y que pudieron inspirar la historia que ha llegado hasta nosotros. Así pues, viajaremos hacia mediados-finales del siglo XIII a. de C.; hacia la edad del Bronce Tardía. Para mi el contexto histórico ha sido el punto fuerte de esta lectura. Se nota que detrás de la misma hay una ardua labor de investigación ya no solo histórica, también en lo concerniente a cómo era la sociedad en esa época, los sistemas de poder y la situación de la mujer en esa época.

Pero aparte de esto, no siento que esta obra aporte algo realmente novedoso respecto a otras muchas que hay en torno a este mito griego. Aparte de dar una explicación racional sobre el famoso episodio del sacrificio de Ifigenia y otorgarle al vidente Calcas un papel decisivo en la trama y que está muy bien explicado dentro de ella, no encuentro en “Hijas de Esparta” nada especialmente original o diferente a lo que haya leído en otras interpretaciones modernas de la Guerra de Troya. Mientras leía no dejaba de similitudes con otra obra, que leí hace muchísimos años (por lo menos 10 o más) enfocada también en la mítica figura de Helena de Troya, una biografía novelada del personaje a cargo de la autora Margaret George. En este libro ya se le daba un enfoque muy realista y humanizado al personaje de Helena, creándose una historia bastante plausible dentro de los límites que la ficción permite (si bien ahí sí que había cierta presencia de los dioses) y que a veces pecaba de simplista e, incluso, de un poco ñoña. No obstante, fue una lectura que en su momento disfrute y de la que guardo aún muy buen recuerdo. Quizás porque fue la primera que leí que era una reinterpretación de una historia mitológica, y lo hice unos años antes de que se diera el Boom que estamos viviendo ahora de retellings mitológicos, en los cuales se pone el foco en las mujeres y el sus dificultades, en la forma en que fueron despreciadas y ninguneadas por sus compañeros masculinos y por las normas sociales imperantes en la Grecia antigua. Ser mujer en la mitología y la historia griega, en la realidad o la ficción, no tenia nada de fácil. E “Hijas de Esparta” como muchas tantas obras modernas, les da a ellas el protagonismo que la falocentrica y misógina sociedad griega solo les daba en contadas ocasiones, muchas veces para convertirlas en las malas del relato de turno por ir, de alguna forma, en contra de las normas, por atreverse a saltarse el papel de madre y esposa obediente y sumisa.

Y dentro de esta corriente “Hijas de Esparta” En el centésimo intento de dar voz y protagonista a dos de las figuras femeninas más ninguneada por la historia y la mitología de las islas del mar Egeo. Por un lado tenemos a Helena, la hermosa mujer cuya huida con el Principe Paris que llevo a la gloriosa de Troya a la ruina y a los griegos a una guerra de diez años. Y su hermana mayor Clitemnestra no goza de una fama menos terrible y ha sido menos despreciada por la historia, al ser infiel a su marido Agamenón durante su ausencia de una década de su reino de Micenas, y luego preparar junto a su amante Egisto su asesinato una vez que el rey hubo vuelto a su patria victorioso después de comandar los ejércitos griego en la Troade. Como podéis ver, las hijas del rey Tindáreo de Esparta eran dos féminas de armas tomar, con unas historias oscuras y plagadas de sangre a raudales y que poco tenían de modositas y complacientes. Dos mujeres que en su época debieron de ser el ejemplo de malas esposas por antonomasia.

Claire Heywood Convierte a las dos hermanas en protagonistas por igual de esta novela de guerras, traiciones y búsqueda del amor frente a un mundo hostil con las mujeres. Es cierto que en su novela aparecen En mayor o menor grado alguno de los nombres más importantes de la contienda, como Agamenón, Aquiles, París, Menelao u Odiseo. Pero realmente lo que importa son las dos princesas de Esparta, sus vidas, todo por lo que tienen que pasar. Y sobre todo es un alegato hacia el papel de la mujer en épocas pretéritas, al hablar de temas que siempre han acompañado a la feminidad, aunque parezcan que se han descubierto recientemente, como las violaciones y el trauma, que general, las dificultades a la hora de dar a luz y la libertad reproductiva, la cosificación, el adulterio, la tradición y la misoginia.

La novela se articula en cuatro partes, las cuales están divididas en capítulos que van alternando la vida y circunstancias de dos hermanas se alejan totalmente de los roles que la tradición las ha impuesto, y ganan personalidades llenas de matices y más cercanas para el lector moderno, pero sin perder de vista el hecho de que son hijas de su propia época y son conscientes de los deberes para los cuales han sido preparadas y criadas durante toda su vida: Casarse, según quien decida su padre; acatar las órdenes de los hombres con los que conviven; vivir enclaustradas en un gineceo mientras llevan a casa, y dando a luz a sus hijos, siempre sumisas y en silencio. Así pues, con sus reticencias, ambas se casan y que forman familias. Pero son las circunstancias las que poco a poco se van con jurando para obligarla a sacar las garras y tomar decisiones imposibles y que contravienen todo para lo cual habían sido preparadas. Clitemnestra es una mujer preparada para ser una buena esposa y reina, decidida, hacer aquello que sea lo mejor para todos y cumplir con sus deberes. de ahí que la conozcamos primero como una hija y después, como una esposa, sumisa, capaz de aguantar carros y carretas por cumplir sus cometidos. Y es un personaje que a medida que les va cayendo simpático al lector, sobre todo, porque es el único carácter que tiene un arco evolutivo, mínimamente bien hilvanado y coherente. Así a lo largo de poco más de 300 páginas vemos el despertar de una mujer, inteligente y bondadosa a la que no se le ha permitido ser todo lo que podría haber sido simplemente por su condición de mujer. Una reina que es humillada, silenciada y ninguneada hasta que la hieren de la peor forma posible y atacan a lo que más quiere. Y es entonces cuando empieza el cambio y exige aquello que le corresponde como reina y madre. Y para ello no dudará en traicionar. Incluso en mancharse las manos de sangre. Por su parte, la bella Elena no es retratada con unos colores tan simpáticos. Despreciada por su madre y convertida en objeto de deseo por su simple belleza física, Helena es una mujer que ansia amor, libertad, comprensión y cariño; llena de dudas, deseos y contradicciones. Hay momentos en los que es muy fácil empatizar con ella y sentir entorno a su figura cierta ternura y comprensión. Pero otras, la verdad es que descoloca mucho por su ligereza, a la hora de actuar, su egocentrismo y egoísmo y la falta de consistencia tanto en sus actos como en su visión del mundo. Por ello, no acabas de tragarla del todo.

Sinceramente se nota que la autora ha puesto el foco especialmente en sus dos protagonistas, obviando al resto de personajes. Los únicos mínimamente bien esbozados aparte de ellas son sus dos maridos, los hermanos Agamenón y Menelao. Ambos la verdad es que son personajes bastante interesantes, pero leyendo no podía dejar de sentir que estaban bastante desaprovechados. al final Agamenón queda encorsetado en su rol del rey, ambicioso y egoísta, dispuesto a escuchar a quien sea y hacer cualquier cosa por conseguir sus propósitos. Y Menelao siento que es un personaje que podría haber dado mucho más de si, pero al que no se le saca todo el jugo posible. El resto de personajes que pueblan estas páginas están mínimamente esbozados para hacer distinguibles al lector, pero poco más. La verdad es que estamos ante una novela con una prosa directa y ágil, la clase de obra que tiene un propósito claro (y enfocarse en las vivencias y sentimientos, y en el papel de la mujer, en la época del Bronce Tardía) y deja al margen a personajes y aspectos que de haberse manejado con más mimo podrían haber convertido la obra en algo más profundo y trascendental. A todo esto, siento que los últimos capítulos Heywood mete el turbo en la narrativa. Si en los primeros se andaba bastante en la trama, contexto y en los sentimientos de las dos hermanas, en los últimos todo va a trompicones, da la impresión de que la autora quiere acabar cuanto antes. Crei que todo esto se puede percibir en que el final queda cerrado en lo que es la guerra, pero abierto en lo que es el destino de mucho de los personajes. Creo que esa impresión me queda porque gracias a la mitología sabemos como fue el destino final de muchos de esos caracteres, y al drama de los descendientes de Atreo (la saga familiar más sangrienta y dramática que puedas encontrarte en la literatura griega) aún le quedan muchos capítulos que contar.


No ayuda especialmente que la novela esté escrita, como se acabo de decir, con una pluma excesivamente ágil y poco complicada. No sé si será cosa de la traducción, o si el o la encargada de la misma se ha limitado a cumplir su papel, pero me ha sorprendido encontrarme ciertos anacronismos demasiado modernos como “ señorita” (por decir alguno) y un lenguaje sorprendentemente coloquial que a más de algún griego antiguo (Homero incluido) le hubiera descolocado. No sé, como se dicho antes, si es cosa de la autora de la traducción, y si su intención era hacer más cercana la narrativa. Pero conmigo eso no se ha conseguido, de hecho encontrarme esas expresiones y palabras, solo conseguir sacarme de la lectura.

En definitiva, “Hijas de Esparta” es una lectura bastante entretenida, que se lee bien y que no aburre para nada. Claire Heywood Bucea en uno de los mitos más conocidos de la cultura occidental y le da una nueva vuelta de tuerca con una visión feminista y refrescante que, todo sea dicho, no le va mal a unas historias de corte tan misógino. La Helena y la Clitemnestra que nos presenta sin mujeres bastante realistas, con retos y vidas suficientemente difíciles sin que sea necesario que en la ecuación entren dioses y milagros varios. No creo que sea una lectura de esas que cambien la vida de nadie, pero es bastante entretenida y se agradece mucho el rigor histórico y el realismo con los cuales está escrita.
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