Nos encontramos ante una historia divertida (pero con su parte correspondiente de drama), familiar y con uno de los clichés que más me gustan: nuestros protagonistas se conocen desde niños y poco a poco se van enamorando. Cada hermano Cabana guarda un secreto que poco a poco iremos conociendo y, a pesar de que casi todos se ven venir desde lejos, el de River me ha dejado alucinada y me he reído lo más grande. La trama es entretenida, aunque el motivo de Priscila para desaparecer no me ha convencido, y me he terminado el libro en poco más de 24 horas. La historia de Alex y Priscila termina aquí pero tengo ganas de leer las siguientes historias, las de los hermanos. |