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Desde el comienzo de la trilogía y tras conocer sólo un poco de cada Jinete, supe que Bhàis era especial. He sentido a lo largo de toda la lectura su desesperación, su sentimiento de culpa y su odio por ese destino que nunca buscó, pero también el inmenso amor que esconde en el fondo de su alma. Un amor que le persigue desde hace más de dos mil años y que tiene nombre propio, Savina. Su lucha interna y la que mantiene al mismo tiempo con sus hermanos, queda resuelta en el momento en que reconoce lo que significa la mujer de sus sueños, lo que realmente está destinada a hacer junto a él. No es fácil hilar el pasado y el presente de forma que todo cuadre, que el inicio de los Jinetes y el final de los hombres y sus guardianas encajen a la perfección, y si a esto le añadimos el papel imprescindible de sus antagonistas, esos Aghaid que creían tener el poder al alcance de la mano cuando era todo lo contrario, tenemos una cierre perfecto. Bhàis y Savina son mis preferidos, lo vuelvo a repetir. |
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