Por quién doblan las campanas

Sigo tachando nombres en la lista de ganadores del Nobel. Y es que, en este mes de noviembre, he leído por primera vez al autor estadounidense, Ernest Hemingway. Me he estrenado con una de sus obras más reconocidas, Por quien doblan las campanas, novela publicada en 1940.

Indiscutiblemente, esta novela araña nuestra historia como país. Hemingway centra en la guerra cívil su relato, donde Robert Jordan, un joven dinamitero, tiene como encargo volar un puente. Para ello, tendrá que buscar ayuda en una partida de guerrilleros ocultos en los montes.

Desde mi punto de vista, esta historia ha tenido puntos positivos y puntos negativos. Hemingway destaca en la narración de aventura bélica o en el relato de sucesos. Cuatro capítulos centrados en estos dos puntos son lo mejor de la novela. Sin embargo, la trama como tal, me ha parecido superflua y vacía de contenido. Hay una historia de amor que se queda muy desdibujada, unos personajes con muy poca fuerza e incluso diría, con cierta reserva ya que es muy difícil entender a personas que se encuentran en esta situación, incoherentes en algunos sentidos. Es decir, creo que hay trozos del libro salvables y que si hubiese sido una crónica de sucesos de la guerra civil, tendríamos un libro bastante redondo. Pero en su conjunto, Por quien doblan las campanas se me ha hecho algo pesado y aburrido, especialmente la parte intermedia de la historia.

No obstante, creo que todo libro tiene su lector. Este se lo recomendaría a aquellos que quieran reflexionar sobre las implicaciones de una guerra.