Había cosas que una embellecía con los años. Y con el alcohol.
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Había cosas que una embellecía con los años. Y con el alcohol.
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Tal vez uno siempre añora aquello de lo que carece, tal vez en eso consisten las aspiraciones. Sin esa ambición, la vida sería algo estático.
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Las personas que viajaban mucho siempre tenían anécdotas interesantes que contar.
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Sin embargo, cuando se trataba de mujeres empresarias, lo más reseñable era siempre la ausencia de un hombre. El hecho de que hubiera logrado llevar el hotel sin el apoyo de la familia era algo en lo que nadie reparaba siquiera.
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Los clientes se la quedaron mirando, pero nadie dijo una palabra y, al llegar a la puerta, Emma se volvió hacia ellos. Sin preocuparse lo más mínimo por sí misma, les lanzó un escupitajo digno de una jamaicana furiosa de Notting Hill.
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Los jefes vein con escepticismo su posición al mando del hotel, era lógico. Se trataba de una recién llegada, estaba muy verde, era joven y, además, había tenido el poco juicio de nacer con el sexo equivocado, lo que automáticamente implicaba que la considerasen más débil.
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Él reconoció la tristeza de inmediato. Como si las personas a las que la vida había herido formaran parte de un club privado y, de un modo un tanto frío y elegante, mantuvieran a cierta distancia a quienes carecían de un bagaje de experiencias dolorosas.
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Es un retelling de...