Los alcatraces

Un libro de difícil lectura. Aunque está muy bien escrito, su carácter poético —de hecho el libro entero es un poema con diferentes narradores— y el foco en un único acontecimiento contado de manera fragmentada, lo hace particularmente complicado de leer.
Se centra en el asesinado de dos adolescentes, hecho que es narrado de reojo y de forma onírica, incluso cuando quién cuenta la historia es una persona con retraso madurativo o directamente el fantasma de una de las víctimas que también parece no entender bien lo ocurrido.
De todas formas, es un libro que tiene su valor. al final, es la confesión de un asesino, una confesión con todos sus elementos: el sacerdote que empieza a contar la historia; la penitencia con ese personaje que luego va a la guerra. Y así y todo el asesino tiene suerte. Es el único de sus compañeros que supera la guerra sin un rasguño ni una cicatriz de la que presumir. Y, como nos revela, aún después de haber confesado el crimen consigue ser absuelto del mismo. Por eso, tiene que volver a confesarlo, porque no paga y su desprecio es palmario. Un psicópata egoísta resentido con la familia y un pueblo endogámico, que se siente triste y desesperanzado, sin miras, ni alcance, ni futuro.