Marta está dormida

Marta está dormida presenta a los lectores una protagonista que también cuenta con un pasado familiar bastante perturbador. Empieza en el presente, cuando Nadja se ve involucrada en un delito. En pleno ataque de
pánico, llega a una cabaña vacía en mitad del bosque, pero la misión que le han encomendado resulta ser una trampa. Ella, secretaria de un bufete de abogados con una infancia terrible, se ve arrastrada a una crisis de pareja en la que, al final, todo se reduce a lo siguiente: evitar la pena capital en la escenificación de un falso juicio. Mientras la línea argumental en la que Nadja debe hacer de abogada defensora de una esposa infiel avanza hacia su punto culminante, Hausmann va ofreciéndonos
instantáneas del pasado desde diferentes puntos de vista y, así, nos explica cómo está relacionado todo. Ningún personaje sale ileso, todos están marcados por sus propios traumas, mienten o se esconden, de manera que se ven implicados de una forma más o menos directa o indirecta en la catástrofe de la intrincada trama. Durante muchas páginas no está claro qué es lo que une a Marta, Nadja, Laura, Paul, Nelly y Gero, y también el destinatario de las cartas que se intercalan con la narración resulta un misterio casi hasta el final.