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«Quiero ir al baño desde que terminó el almuerzo pero es imposible hacer otra cosa que ser madre. Y dale con el llanto, llora, llora, llora, me va a trastornar. Soy madre, listo. Me arrepiento, pero ni siquiera lo puedo decir.» Una voz mordaz nos entra en esta historia que despliega la hostilidad y la violencia intrínseca que traen los mandatos, las opresiones, los idealismos sociales y familiares. Esta novela es el grito desesperado de una mujer, madre de un hijo concebido sin deseo. Las imposiciones sociales se transparentan, el ideal se quiebra: una pareja que no la registra, la familia solo reclama “podrías empezar a cuidar mejor la casa” o “vos sos la madre, tenés que saber”. El pulso narrativo de Ariana Harwicz es punzante y asfixiante. La vida de la protagonista desborda en deseos de que todo se acabe, la supera de tal forma que se desdobla en realidad y fantasía. Es una búsqueda salvaje de libertad donde la maternidad no deseada y la vida de pareja sin amor se tornan como un cuchillo filoso que lastima. La prosa tensiona todo el tiempo, acecha en el relato. La lectura la viví de modo frenético y adictivo. Me costó soltar el libro. Mi primera lectura de la autora y no será la última. |
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