Palabras para sobrevivir: Un testimonio real sobre el Holocausto

Los nazis les arrebataron a las víctimas el nombre, el hogar, la familia, el pelo, la ropa y, por último, la vida en un intento no solo de asesinar a todos los judíos, sino también de borrar su recuerdo de la historia de la humanidad. (Del epílogo).

Cuando los soldados británicos liberaron el campo estaba tan enferma y delgada que, a sus once años, pesaba menos que una niña de tres. (Del epílogo).

[…] sus revistas hablaban básicamente de trucos de belleza, recetas de cocina, consejos para ser la esposa ideal y para criar a los hijos. Aún tenían que pasar muchos años antes de que las revistas estuvieran preparadas para publicar historias sobre el lado más oscuro de la experiencia humana.

Ningún museo, por bien diseñado que estuviera, podía explicar por qué unas personas se comportaron de un modo tan brutal con otros seres humanos. Ningún memorial podrá reparar jamás unas pérdidas tan graves.

Es imposible mostrarse indiferente ante el sufrimiento y el dolor.

Las pesadillas nunca desaparecieron y acabé aceptando que había cosas con las que tendría que convivir durante el resto de mi vida.

De niñas solo conocimos la guerra y el dolor. Quería que volviéramos juntas para poder despedirnos y encontrar por fin la paz.

Lo que me queda después de haber sobrevivido al Holocausto es la sensación de que en realidad soy dos personas, de que hay dos yos que viven simultáneamente en mí. Uno es la persona que vivía antes del Holocausto y el otro la que vive después: mi yo de preguerra y mi yo de posguerra.

No solo habíamos tenido que acostumbrarnos a la guerra, que era intolerable, sino que además ahora teníamos que acostumbrarnos a la paz, que era increíble.

[…] a pesar de la tristeza y las muertes del Holocausto, la naturaleza seguía viva y las flores seguían creciendo.