La mancha del lugar de origen no se adhiere a nosotros como un derecho de nacimiento, sino como una especie de artificio, como una suerte de cosmético.
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La mancha del lugar de origen no se adhiere a nosotros como un derecho de nacimiento, sino como una especie de artificio, como una suerte de cosmético.
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El tormento de las relaciones personales. Nada nuevo ahí, excepto el disimulo y la huida a lomos de los adjetivos. Cuán dulce verse atravesado por los puñales al final de los párrafos.
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Muchas de las frases que he querido teñir de un tono ligero tienen que ver con sucesos -trastornos, destrucciones- que me han hecho llorar como una niña.
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Antiguas acusaciones: el recuerdo que dejan padres y madres. ¿O acaso somos nosotros los que, recordando, acusamos?
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El libro es una excrecencia que no crece, sino que se adhiere, se pega; un compañero tumoral hecho de las células corruptas del aprendizaje, la experiencia y el pensamiento.
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Decidme, ¿es cierto que un artista malo sufre tanto como uno bueno? En el Hotel Schuyler había muchos artistas, pero nada parecía indicar que el fracaso de su arte los hiciera sufrir. Tal vez el arte había cambiado de nombre y ellos lo veían como otra cosa: como un empleo.
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Toda gran ciudad es un Lourdes donde esperas poder arrojar tus muletas; entretanto, sin embargo, no te queda más remedio que avanzar a trompicones apoyado en ellas, renqueando bajo la protección del altar.
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Tal vez aquí naciera una compasión indiscreta por las víctimas de la pereza y los errores recurrentes; la compasión por la tendencia de ciertas vidas a obedecer las leyes de la gravedad y a hundirse hacia el fondo, cayendo con la delicadeza y la lentitud de una cometa o rompiéndose violentamente, haciéndose añicos.
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Y aún así, entre tanto los cambios profundos y las mudanzas van fracturando el espíritu. [...] Mientras vives, una parte de ti ya se ha escabullido hasta el cementerio.
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Cuando viajas, lo primero que descubres es que no existes.
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¿Con qué frase empieza esta novela?