84, Charing Cross Road

Alguien frena, siento una punzada en el corazón, he llegado a la parada final, mi destino, todos bajan y yo lloro quedamente porque he llegado al momento cumbre del libro, guardo las lágrimas para un lugar menos público y asimilo la respuesta de una carta que llegó muy tarde.

Así empieza mi mañana, por demás agitada, y no es hasta que me vuelvo a sentar en el transporte público que me pongo a escribir esto.

El género epistolar no es mi género, hay muchos espacios de tiempo que en otras historias sentía que me sobraba, pero en este libro, no me sobra nada, no me falta nada tampoco, hay todo lo que puedo pedir de un libro, buenos personajes, humanos y reales, una historia creíble, y una prosa decente, nada fuera de lo común entre los libros que leo, entonces, ¿porque me gusta tanto? Porque conmueve, porque saca sonrisas, porque te calienta el alma, te hace pensar que hay gente buena en el mundo aún cuando las noticias se empeñan en decirnos que no.

Solo me queda decir que Helene Haniff y sus libros con bordes dorados o tapa dura con grabados se van a quedar en mi mente dando vueltas, Frank Doel y el sincero agradecimiento por los huevos en polvo y las latas de lengua en conserva, un erudito de pies a cabeza preocupado por vanalidades como la supervivencia, también va a estar ahí.

En definitiva un buen libro, para una tarde con lluvia. No se descarta la relectura.