En estos días tardíos y maduros hasta los pájaros vuelven a cantar. A primera hora de la mañana oigo al mirlo; por la tarde el ruiseñor canta unos compases como si suspirara y me conmueve tanto que apenas logro contener las lágrimas. ¿Por qué? No lo sé. La mañana es primavera; el mediodía, veraniego; y la tarde, otoñal. Florecen las acacias, gorjea el paro, oigo las alondras cantar toda la noche en lo hondo del valle, el tiempo es como un resumen de todo el año, pero con una paz y una suavidad indecibles, como si fuera la imagen de una memoria sabia y se disolviera en una encantadora melancolía.
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