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Crítica de AnnieMoneth


AnnieMoneth
14 February 2023
Me fascinan las obras que tienen como protagonistas mujeres valientes que se ponen el mundo por montera para reclamar un espacio que consideran suyo por derecho propio. ¡Y pobres de aquellos que se atrevan a desafiarlas o a intentar revertir el nuevo statu quo! Pues gracias al programa Masa Crítica de Babelio (un libro a cambio de una reseña) y a la editorial Sexto Piso, he tenido la suerte de poder leer Amor libre, de Tessa Hadley, y conocer a Phyllis, su protagonista: una de esas mujeres que a finales de los años sesenta, en Londres, toma la decisión de cambiar su anodina vida por la que realmente desea, quizá más incierta, si bien más intensa y satisfactoria.

De este modo, Amor libre nos narra el despertar sexual e intelectual de una mujer británica a finales de los años 60 del siglo XX, ama de casa, con dos hijos y un marido —Roger Fischer, diplomático en el Ministerio de Asuntos Exteriores—, que a sus cuarenta años decide romper con su convencional estilo de vida. ¿Y el detonante? Algo muy sencillo: un beso. Tras una cena familiar en la que asiste como invitado Nicholas (Nicky), un joven de actitud contestataria y revolucionaria, todos salen al jardín para ayudar a Phyllis en la búsqueda de cierta sandalia extraviada; amparado por la oscuridad, Nicholas besa a Phyllis y la experiencia le remueve a ella tantas cosas en su interior, que creía perdidas, que se lanza a una aventura amorosa extramarital para, poco después, abandonar a su marido, sus hijos y su modo de vida en pro de la pasión recién descubierta y la libertad.

La novela está ambientada en 1967, en Londres, en mitad de la revolución cultural y antisistema que en esa época se vivía en todo el país y que se prolongó hasta principios de la década de los setenta. Fue una época alegre donde la juventud londinense más que escuchar, bailaba y respiraba las letras de los Beatles y los Rolling Stones, y el pop y la minifalda invadían las calles desplazando la época de oscuridad del Londres de posguerra. Eran los años del movimiento hippie, las prendas psicodélicas, las manifestaciones políticas contra la desigualdad social y el consumismo, y el cuestionamiento del aparente confort y los valores tradicionales por los que se regía una parte de la sociedad. Este clima contracultural lo retrata muy bien Tessa Hadley en los brillantes diálogos, por ejemplo, cuando las opiniones y argumentos expresados por Nicky contrastan con las ideas que Phyllis recuerda de su marido y que ella había aceptado como verdades absolutas; o en las reuniones celebradas por jóvenes revolucionarios que, envalentonados por los efectos del alcohol y las drogas, participan de acaloradas discusiones sobre arte, música, burguesía, política y Gobierno.

Me ha gustado la época elegida por la autora para ambientar la historia de Phyllis Fischer y su familia, pues dentro de este contexto tiene mayor relevancia el hecho de que una mujer de mediana edad, dedicada completamente a la familia y el hogar, decida pasar de los convencionalismos sociales de la época, cuestionar todas las ideas inculcadas desde niña por sus padres y, una vez casada, por su marido, para arrojarse en brazos de un hombre joven y comenzar una nueva vida, con todas las consecuencias que esta decisión conlleva.

La novela está narrada en tercera persona; el foco, sin embargo, se sitúa inicialmente en el personaje de Phyllis de manera que Tessa Hadley logra que el lector pueda comprender las emociones y pensamientos de la protagonista y suscitar, según el caso, la admiración o la crítica del lector. Hacia la tercera parte de la narración, el foco se desplaza sobre Colette, la hija adolescente del matrimonio Fischer, lo que permite completar el retrato de la época y conocer mejor a este personaje y la relación que mantiene con su madre.

La narración avanza con fluidez, en ningún momento la sentí aburrida. Aunque la idea de partida no es novedosa —una mujer casada que decide abandonar todo para comenzar una nueva vida—, la brillante ambientación de la época y la profundidad psicológica con la que construye el elenco de personajes que viven en las páginas de la novela y su evolución, hacen muy interesante la obra.

Al finalizar la lectura, me di cuenta de que los personajes no son los únicos que evolucionan: mis sentimientos por ellos, también.

Phyllis es una mujer coqueta, dedicada por entero a su familia y el hogar, con nulo interés por la política o los aspectos sociales, una persona que taché inicialmente de superficial, de vida acomodada y anodina. Cuando descubre la pasión, la comprendí; sin embargo, después me originó sentimientos encontrados. Por un lado, admiré la valentía de abandonar esa vida segura para comenzar otra llena de incertidumbre, si bien más excitante, en la que sentirse libre y realizada; por otro, me pareció muy egoísta que dejara a sus hijos sin mirar atrás. ¿Acaso no podía hacer las dos cosas a la vez? Es un personaje que crece y madura desde el punto de vista intelectual y personal.

Con Colette me ocurre algo parecido. Es una adolescente que envidia la belleza física de su madre, de la que ella adolece. Es muy crítica con su progenitora —tanto, que, en ocasiones, roza lo cruel—, y ese aspecto no me agradó, aunque es típico de la adolescencia. Por lo demás, me encantó el mundo interior de este personaje, su amor por la literatura y sus sentimientos por la profesora de inglés. En la tercera parte del libro descubrí a una joven con ganas de experimentar, de vivir cosas nuevas, de interactuar con personas adultas… maduró, en una palabra.

Nicky es un espíritu libre. Un joven de apariencia desaliñada, libre de responsabilidades y con ideas muy revolucionarias para la época. Me encanta que su visión y opinión inicial de Phyllis también evolucione en otra más profunda y sincera.

En cuanto a Roger, es el típico hombre burgués de la época, amante de la vida convencional, que por trabajar en el Ministerio de Asuntos Exteriores considera que sus opiniones políticas son irrebatibles. al principio, parece una víctima más de las decisiones que toma su mujer, Phyllis, pero al final resulta que también tiene parte de culpa en todo lo que ocurre.

Hay más personajes, claro está, y con ellos otras formas diferentes de experimentar el amor libre.

Tessa Hadley tiene una pluma elegante, precisa y sutil con la que subyuga al lector y convierte una historia aparentemente sencilla en una crítica social y una defensa de la independencia y libertad de la mujer.

Enlace: https://despertaresdestonewa..
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