Leer a Leila siempre es un acierto. Primero, por su manera de narrar. En este caso, con una biografía donde se enlaza periodismo y literatura, una mezcla perfecta y complicada que la autora hace que parezca fácil. Leila escribió sobre Silvia Labayrú, pero podría haber escrito sobre cualquier otra persona y hubiese sido igualmente un libro maravilloso. Gracias a periodistas como Leila el periodismo sigue teniendo sentido. Y segundo, por hacernos conocer la vida de Silvia, con sus luces y sus sombras, y la realidad política de Argentina durante aquella época. La escritora no ha caído en la condescendencia ni en la pena a la hora de explicar la vida de Silvia, sino que busca diferentes voces para ofrecer al lector una biografía desde distintas miradas. Es un trabajo complicado, y aún más al tratarse de una figura que aún está viva, pero Leila lo ha conseguido una vez más, como en el resto de sus libros.
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