Tengo una sensación agridulce con esta lectura. Dulce porque ha sido un viaje sorprendente y maravilloso, la lectura me ha parecido amena, el tema muy interesante y la forma de plantearlo también. Terminaba un capítulo y ya quería leer el siguiente para ver qué es lo que iba a ocurrir. Y agrio porque, a medida que iba avanzando, veía cómo se avecinaba la tragedia. La balanza se inclinaba hacia el lado equivocado irremediablemente. El bien perdía en ese tira y afloja, la lógica era derrotada por la sinrazón y la oscuridad le ganaba la batalla a la luz. Los capítulos finales me dejaron perpleja y la tristeza se apoderó de mí al terminar la última página.