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“Los números primos sólo son exactamente divisibles por 1 y por sí mismos. Ocupan su sitio en la infinita serie de los números naturales y están, como todos los demás, emparedados entre otros dos números, aunque ellos más separados entre sí. Son números solitarios, sospechosos…” y eso encaja exactamente con Mattia y Alice, dos jovenes solitarios y extraños en el mundo que les rodea, que cargan con el peso de sus pasados y de sus cicatrices. La amistad que surge entre ambos por su desarraigo social y familiar se convertirá en la piedra de toque entorno a la cual pivotara su crecimiento y desarrollo humano, incluso cuando, como planetas que se atraen y se repelen, el paso de los años y los malentendidos les distancien y les vuelvan a juntar. Como señala la sinopsis de la edición que he manejado para esta lectura, este razonamiento matemático se convertirá en la poderosa metáfora que ejemplifica esta historia sobre distancias, personas heridas y diferentes y pasados traumáticos. Cuando en 2008 Paolo Giordano, con solo 26 años, publico en Italia su primera novela, presento al mundo una obra cruda, hiriente, dura de leer y áspera como una piedra pómez a ratos. Y sin embargo también es cautivadora, tierna y está envuelta en una difusa aura de sensibilidad que desarma. Tenía desde hacia años “La Soledad de los Números Primos” en mis estanterías cogiendo polvo; en su momento, ya intenté leerla y no pasé de las 10 o 12 páginas. Desde entonces ya daba por hecho que no iba a ser una lectura para mi y que no iba a disfrutarla. No es que le quitase méritos literarios o pensase que no fuera entenderla. Simplemente creía que no iba a ser la clase de novela que a mi pudiera gustarme. Desconfianza hacia la naturaleza de la obra, hacia las críticas tan buenas que había leído sobre ella, a que no terminara de ser para mi. Y desde luego tengo claro que hace unos años no hubiera podido entender ni conectar con esta obra con sus personajes. Así que creo que hecho esta lectura conjunta en el momento preciso para poder disfrutarla, comprenderla y saborear todos sus matices. Y es que no me extraña que hace unos años no hubiera podido con ella. Desde su mismísima primera página “La Soledad de los Números Primos” es un desafió por dos aspectos. Primero por lo directa y cruda que resulta. Con una prosa sencilla y directa, Paolo Giordano logra meter de lleno en esta historia al lector, consiguiendo que se introduzca totalmente en la atmósfera y en los sentimientos de desarraigo, soledad y pérdida de los personajes; en la forma en que estos sienten, ven las cosas, son marcados por todo lo que han vivido y lo que están viviendo ; sufren y avanzan con angustia y dudas. Y eso aunque a priori no lo parezca, lo único que tiene fácil es lo rápido en que se puede describir. Y el segundo lugar, es un desafío por lo producto que resulta su mismísimo inicio. El lector necesita avanzar a la historia y seguir confiando en que poco a poco se va a sentar en la trama para empezar realmente a disfrutarla una trama que solo puede definirse como desazón desde prácticamente su inicio. Literalmente cada capítulo que comenzaba me preguntaba “ a ver qué es lo que va a pasar ahora, que nueva desgracia nos vamos a encontrar”. La fuerza y la naturaleza de esta novela radican en que Giordano no juzga a sus personajes; su tratamiento hacia ellos está basado en la compasión y la humanidad. Es directo y claro a la hora de hablar de ellos, desmenuza totalmente sus personalidades con todos sus defectos. Pero a la vez no se permite emitir juicios de valor sobre ellos, les trabaja desde la sensibilidad, la verdad y el respeto. Y por ello, pronto el lector se ve incapaz de juzgarlos tampoco. Aunque pueda costarle, no tarda en aceptarles sencillamente como son, en aceptar que absolutamente todos tienen sus propias taras y traumas de su infancia, y que todo se va a centrar en cómo se desenvuelven ellos en este viaje llamado vida a la vez que se articula la relación entre los dos protagonistas, Mattias y Alice. al principio estos personajes tenían algo que me echaba totalmente para atrás. Y no voy a negaros que me costó, pero poco a poco acepté y me embui de la propuesta arriesgada , compleja y diferente que el autor nos trae entre estas páginas; la manera en que éste se mueve en personalidades neurodivergentes y la saca a la palestra. Un ejercicio difícil y no exento de valentía; un reto que Giordano pasa con sobresaliente, y que pone en la paleta la importancia de tratar historias protagonizadas por personajes diferentes, sacar a la luz, trastornos de la personalidad y y situaciones complejas, demostrar hasta qué punto la literatura puede servir para mostrarnos realidades diferentes a las nuestras y dar voz a todas esas personas que no siempre han podido contar sus historias y demostrar cómo es su mundo. Hay algo bello y terrible en la forma en que el autor habla del TDA, el TCE, la anorexia, la depresión, la relaciones parentales, el bullying, la amistad, las relaciones tóxicas y el miedo a crecer. Todo ello sabiamente sazonado con el egoísmo y desarraigo intrínsecos de la adolescencia, las dudas que da enfrentarse a la madurez a medida que se va creciendo. Y es que libro puede entenderse como un descarnado Bildungsroman en el que cada uno de sus capítulos está marcado pos episodios muy duros. En el que su punto de luz y revulsivo está en la relación que a fuego lento se establece entre Mattia y Alice, los dos protagonistas. Es muy interesante la manera en que la autor a estado desarrollando su relación durante toda la novela, al son de las complejidades humanas que tienen cada uno de ellos. Entre tantas tristezas y los pasados tan duros que tienen, agradecí mucho ese puntito de luz y esperanza que llegan a ser el uno para la otra en un punto determinado de la historia. Todo se desarrolla entre ellos de manera orgánica, sin endulzar nada, demostrando las dudas y pensamientos u deseos egoístas de cada uno de ellos, pero a la vez sin perderse ese punto de empatía incluso de ternura. Creo que era algo muy necesario en una historia plagada de escenas y situaciones crudas, de momentos que te dejan con un nudo en el estomago. Que áspero y tierno es ver como con el paso de los años, de manera más o menos afortunada, los dos personajes van integrándose en el mundo que los rodea, creciendo y asumiendo sus singularidades. Pero a la vez participando en el entorno que les rodea o por lo menos aprendiendo a hacerlo. Todo esto se hace una forma muy creíble, imparcial, directa. Con aristas y partes suaves. Como la vida misma. Y que humano y real resulta cuando todo se tuerce en un momento determinado entre elloS, que rabia da . Y todo porque los dos protagonistas tienen un serio problema de comunicación y no saben expresar bien lo que sienten. Esa es la autentica tragedia que marca los compases de “La Soledad de los Números Primos”, el peso de los silencios, la incapacidad de expulsar las palabras que se quieren decir, de quitarse de encima las losas que oprimen. La incapacidad de expresarse por no saber como decir lo que se quiere y se desea. Los muros que la incomunicación crean. Y también como el ser humano arrastra sus necesidades de afecto y compañerismo, de relacionarse con sus semejantes, que haya algo que le ponga un poco de color a su existencia y calor a su alma. No importa lo solitario que seas, todos necesitamos amor. Soy muy maniática con los finales, reconozco que me gustan que las cosas queden bien cerradas y no se dejen y los sueltos. Y en este caso, quizás que muchos aspectos queden a la imaginación del lector me descolocó un poco. Pero poco a poco he ido descubriendo y saboreando las sutilezas que aporta este final tan abierto, y hasta qué punto ha sido claramente premeditado e inteligente por parte del autor hacerlo así. al momento de leerlo me quedé muy decepcionada, porque al final siento que la historia no acaba del todo bien cerrada. Pero al mismo tiempo, quizás el desenlace sea lo menos importante de toda esta historia. Lo esencial era ver la evolución de los personajes a lo largo de los años al unísono, su relación, la forma en que se desarrollan sus personalidades y el toque tan esperanzador e incluso tierno que salpica las últimas páginas de la novela.En cierto modo, es como si encontrándose de nuevo Ally y Mattias toman perspectiva de todo por lo que han pasado por sus vidas y hasta qué punto pueden llegar. Es como si hubieran estado durante todos esos años conteniendo la respiración y por fin se permitieran inhalar un soplo de aire fresco para continuar adelante. La verdad es que ñ me ha parecido un final conmovedor y hasta íntimo, a juego con lo que ha sido esta lectura sobre personas traumatizadas, tristes y perdidas. Y me ha gustado mucho el hecho de que se conecten consigo mismos no por medio de su relación, sino que esta sea una base para que se encuentren asimismos Creo que en pocos libros he visto que el autor se permita desmenuzar de una manera tan brutal, directa, directa y personal a sus personajes, mostrando sin pudor tanto lo bueno como lo malo de ellos. Y eso está valiente como arriesgado. Así que yo creo que al final el desenlace me ha gustado, pero por la propia naturaleza de la novela. Con cualquier otra historia me hubiera decepcionado mucho y lo hubiera puesto al libro mala nota. En definitiva, gracias Paolo Giordano por ser tan valiente y por traer a la luz a dos seres tan necesarios como Alice y Mattia. Gracias por haber sido simplemente tú en esta obra, y por haberte desenvuelto tan bien en sus recovecos. Tú “Soledad de los Números Primos” ha sido una novela que después de cerrarla ha ido ganando enjundia y fuerza en mi mente, a medida que ha ido aposentandose en mi. Increíble de una obra que cogí cierta ¿Desconfianza?, y que en no pocos momentos me ha resultado muy antipática, haya ido calando en mi gota a gota, poquito a poco. Definitivamente es uno de estos libros que creo que todo el mundo debería leer en algún momento, que pone al lector frente a las cuerdas y le hace sufrir. Pero cuya lectura sale con una lección aprendida y el corazón purificado. |
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