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Crítica de NoeliaB


NoeliaB
01 April 2024
Qué bien sienta siempre reencontrarse con Ginzburg. Su forma de contar es tan entretenida que cualquier historia de hace amena, y su humor tan característico aporta siempre un añadido.

En esta historia, como en las anteriores, no faltan el análisis y la crítica social, -dos elementos que Natalia maneja muy bien-, y que tienen gran relevancia. Como en su novela ‘Sagitario', Ginzburg se centra en esas personas que “pretender ser”, que aparentan ser, estar o tener a ojos de los demás, que son objeto de envidias y miradas pero que, en realidad, carecen de todo lo demás y se acaban viendo arrastradas por la vida.
La diferencia de clases sociales y la apariencia a través del dinero siempre son protagonistas en sus historias. Un dinero al que acompañan la elegancia, la belleza -a veces- , el lujo y la seguridad. Un dinero que parece poder comprarlo todo.

En esta historia, Ginzburg presenta a varios personajes, entre ellos, a Valentino, quien da nombre al título. Un joven atractivo y ególatra, -una suerte de Narciso enamorado de su reflejo mientras las ninfas caen rendidas a sus pies-, sin oficio ni beneficio que acaba casándose con una mujer adinerada, diez años mayor que él y carente de belleza. Una boda que sorprende a su familia, especialmente a sus padres, que no ven con buenos ojos que su atractivo hijo se case con una mujer tan fea solo por su dinero –no fuera a pensar la gente que su hijo era un aprovechado-. Unos padres que tenían puestas sus esperanzas en su único hijo varón (y no en sus otras dos hijas, más inteligentes, independientes y resolutivas), en su carrera de Medicina y en ser el orgullo de la familia, a pesar de ser un vago y un completo inútil.

Pero nada más lejos de la realidad. Los prejuicios salen a relucir desde el inicio de la historia, y las expectativas de todos los personajes acaban por venirse abajo. Como en el resto de sus obras y ensayos, Ginzburg analiza la institución del matrimonio, reflejado en sus historias como una meta para los hombres y una cárcel para las mujeres, que se ven abocadas a una vida de insatisfacción, rodeadas de hijos y con un marido que, más que aportar, estorba; hombres que quitan la energía y la belleza a las mujeres, que acaban consumidas, carentes de libertad, y convertidas en salvadoras y esclavas de un adulto disfuncional e inmaduro.

Es muy interesante analizar la (re)presentación que Ginzuburg hace de los hombres y de las mujeres en sus obras, y qué cualidades otorga a cada uno de ellos. En ‘Valentino' está especialmente presente la diferencia de género y lo que se espera de cada uno de ellos. También sus comportamientos, sus inseguridades, sus necesidades y sus expectativas (propias y de los demás) que, en este último caso, no siempre se acaban cumpliendo.

«En el cajón de la cómoda encontramos una carta para Valentino, que debí de haber escrito unos días antes, una carta muy larga en la que se disculpaba por haber esperado siempre que Valentino se convirtiera en una gran hombre cuando en realidad no había necesidad de que se convirtiera en un gran hombre, habría sido suficiente con que se convirtiera en un hombre, ni grande ni pequeño: porque, de momento, no era más que un niño».

No dejéis de leer a Ginzburg.

@floresyunlibroenblanco
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