somos de agua y por tanto se puede conocer la superficie de nuestra alma, pero jamás las profundidades. "Tal y como pasa cuando miras al mar", murmuraba.
|
somos de agua y por tanto se puede conocer la superficie de nuestra alma, pero jamás las profundidades. "Tal y como pasa cuando miras al mar", murmuraba.
|
recordar es, en esencia, desgastarse. Erosionarse. Como les ocurre a los acantilados de Fair por efecto del azote de las olas. También nosotros nos erosionamos, la vida nos lame con delicadeza al principio, de niños, como si quisiera prepararnos para esa voracidad con la que nos engulle según avanzan los años. Cuando nuestro tiempo finaliza, somos como esas rocas poderosas y solitarias que vemos aisladas en medio del mar y que han resistido los envites de las olas furiosas durante siglos.
|
tal vez la palabra escrita sea un mar de dudas
|
"¿Cuánto tiempo pasa hasta que decidimos ser nosotros mismos en esta vida corta y llena de miserias?
|
Pensé, en esos momentos, que las leyendas eran una suerte de fe para sobrellevar las desgracias de épocas pasadas, cuando la vida era mucho más dura y la muerte estaba más cerca de lo que podamos imaginar.
|
Un hijo no puede pretender saberlo todo de sus padres. Es una empresa en la que podríamos invertir la vida entera, el tiempo que se nos ha dado.
|
Uno no elige qué recuerdo es el que va a pervivir, casi desplazando a los demás.Tampoco sé si este es un recuerdo certero o una invención, una alteración de la mente después de tantos años. Ocurre a veces que los recuerdos que atesoramos con más cariño suelen ser los más falsos, son aquellos que hemos ido modelando como arcilla hasta dejarlos lisos, sin aristas, sin picos que puedan herir.
|
"Sí, las buenas historias tienen olores y se pueden tocar, están vivas, habitan entre nosotros", insistía. Tal vez por eso las recordamos, se graban en los lugares más recónditos de la memoria y allí anidan, se van mezclando con otras, se engrandecen, forman cuevas, recovecos donde es necesario mirar bien para no dejar atrás detalles importantes.
|
Descartar, la primera regla que debe aprender un escritor. Desechar. Acciones contundentes, tan necesarias, pero cómo duelen. No hay nada peor que la piedad ante un texto que no va a ninguna parte.
|
La contención es a veces una parte del pacto que hacemos con el interlocutor.
|
Gregorio Samsa es un ...