Trigo limpio

Últimamente, me es difícil encontrar libros buenos entre las novedades que se escriben desde hace unos años a esta parte. He leído varios entretenidos, vagamente interesantes, con algún buen capítulo, pero sin la impresión de haberme gastado bien el dinero. Por eso casi siempre compro clásicos. “Trigo limpio” lo compré en una feria del libro por no quedar mal con mi librera. No tenía ni el más mínimo interés en gastarme 20€ en algo que imaginaba ya cómo iba a quedar. Pero, como digo, me supo mal pasar por la caseta y no comprar nada. Imaginé una historieta más sin muchas complicaciones que gusta por su fácil lectura. Y lo dejé en el montón de lecturas pendientes. Casi un año o más. Hoy puedo decir, sin embargo, que valió la pena. Su lectura es llevadera y ágil. Su técnica es irreprochable. Hasta aquí lo mismo que otros muchos que hoy ocupan los escaparates de las librerías. Pero sobre todo, cuenta una buena historia. Más aún, cuenta una historia creíble. Supongo que tiene que ver que yo también fui niño y adolescente en la España de los 90. Y que comparto memorias, miedos e ilusiones con los chicos de un barrio lleno de pasadizos, como lo era también el mío. En el fondo, todos buscamos un pasadizo que desemboca en el verano del noventa y tantos, donde el tiempo transcurre casi parado, entre anuncios de Kas y amigos en bicicleta, ajenos a todo el dolor que nos rodeaba y que, sin embargo, no éramos capaces de ver.