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Crítica de Reader_K


Reader_K
21 April 2021
Las expectativas son peligrosas. Muy peligrosas. Sobre todo, las altas expectativas. Si la novela que ha caído en tus manos no te provoca, en los preliminares, más que sudores fríos y una caída en picado de la libido literaria, no tienes mucho que perder si mantienes la lectura. Pero si la situación es la contraria… Con “Canción del ocaso”, tercer título de la nueva editorial Trotalibros, me ha pasado algo parecido. Empecé a leer el libro con tantas ganas, con tanta ilusión, tan predispuesto a enfrentarme con una obra maestra desconocida, que una vez superado el entusiasmo inicial de la introducción, me quedé un poco aturdido. Por descontado, lo que estaba leyendo me estaba gustando, y mucho, pero ¿era merecedor de los elogios que había leído y escuchado previamente?

“Canción del ocaso”, de Lewis Grassic Gibbon es uno de esos libros que, por extrañas razones que darían para un largo debate, no había sido traducido aún al español. No, el original no tiene cinco años, ni diez, ni veinte. Se publicó por primera vez en 1932, y en los 90 años que han transcurrido desde entonces, ¿por qué nadie en España había mostrado interés por esta novela? “Canción del ocaso” cuenta la historia de la joven Chris Guthrie, a la que conocemos con 15 ó 16 años y acompañamos hasta que los 22 ó 23. Cuenta la historia de su “amor” fraternal con su hermano Will, cuenta la violencia que ejercía su padre sobre ella (y sobre todos, la verdad…), cuenta su enamoramiento y su entrega al que creía el hombre de su vida, cuenta su capacidad de trabajo y de sobreponerse a las adversidades, cuenta su extrema facilidad para extraer de cualquier momento de la vida el sorbo más dulce… Pero “Canción del ocaso” cuenta también la historia de Kinraddie y sus hermosas fincas agrícolas, la historia de sus habitantes, un pueblo repleto de una prole de secundarios merecedores de su propia novela. Y parafraseando a Hernández y Fernández, “yo aún diría más”: cuenta la historia de Escocia. Porque “Canción del ocaso” es una novela escocesa: muy escocesa y “mucho” escocesa.

Durante muchas páginas, su lectura era un disfrute, pero la historia de Grassic Gibbon no generaban en mi el entusiasmo que esperaba de ella. Pero de repente, llegó al último capítulo, penúltimo si contabilizamos el epiludio final. No se alarmen, el libro se compone del preludio inicial, cuatro capítulos y el citado epiludio para un total de 302 páginas. Así que estoy hablando de las últimas 87… Y la magia hizo su aparición. de repente, el regocijo lector con el que encaraba las andanzas de Kinraddie y sus gentes se convirtió en una orgiástica lectura. Una verdadera maravilla. No sé si una obra maestra, pero sí una verdadera maravilla. Pocas veces he leído una novela con un “crescendo” literario de este nivel.

Grassic Gibbon nos cuenta esta hermosa y triste historia con un ritmo oral vertiginoso, como quien engarza una anécdota con otra, usando un lenguaje casi perfecto, repleto de imágenes bellas y conmovedoras con otras terribles y dolorosas, alternando la carcajada, o cuando menos la sonrisa, con el congojo y la pena. Las metáforas se suceden, desde las de un marcado contenido poético (“y luego se miró las manos. le temblaban como las hojas del haya cuando se avecinaba lluvia”) a las más cáusticas (“…con la cara moteada como un campo de patatas cavado cuando hace mal tiempo…”). Página tras página, sientes el frío y la humedad del viento, el olor de los prados o de una chimenea, oyes a los pájaros cantar en tu mismo oído, o los sientes sobrevolar por tu cabeza, paladeas el sabor de las humildes comidas… Un verdadero deleite para todos los sentidos literarios… Un festín.

“Canción del ocaso” viene envuelta en una maravillosa edición de Trotalibros, con una traducción -desde mi ignorancia del inglés, creo que excelente- de Miguel Ángel Pérez Pérez, un llamativa tapa que combina el naranja con el amarillo del logo de la editorial, una textura granulosa y agradable, un papel con un gramaje serio, una fuente original, novedosa y arriesgada, un uso de las temibles fajas realmente notable… En resumen, un continente como pocos hay en las mesas de novedades de las librerías españolas. Y un contenido excelente.

Y dicho todo esto, vuelvo al principio de todo. Esta novela fue publicada en 1932 y durante décadas permaneció oculta a los detectores de talento editoriales peninsulares. Por casualidades de la vida, a finales de 2020 la editorial Belvedere sacó su traducción al mercado. Yo he leído la edición de Trotalibros, de marzo de 2021, y ahora que la he acabado, no descarto acudir algún día a la de Belvedere para comprobar si el disfrute del anaranjado Trotalibros puede ser mejorado. En lo que se refiere al libro como objeto, es una batalla perdida de antemano por los primeros.

Pero la reflexión es evidente. ¿Cómo es posible que hayamos tardado 90 años en tener en nuestras manos esta maravilla? ¿Cuántas más como ésta permanecerán escondidas en los polvorientos estantes de lejanas librerías? No quiero ni pensarlo…
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