Hierba

La historia de Lee Ok-Sun cayó en mis manos con la misma delicadeza y fuerza con la que de un día para otro cambian los vientos y la tragedia puede asomarse al quicio de una vida.

Acostumbrada al ritmo de la narrativa, temía no saber apreciar los detalles y la profundidad de la novela gráfica con la que la dibujante surcoreana Keum Suk Gendry-Kim nos introduce en una de las historias más tristes y desesperanzadoras que haya podido conocer.

Quizás tras esta última sentencia ya tenéis claro que queréis huir de esta lectura, porque a nadie se le ocurre empañar los luminosos y despreocupados días de verano con la historia real de una de las supervivientes de la esclavitud sexual en la Guerra del Pacífico.

Pero si abrís apenas las primeras páginas, ya es imposible escapar. Gracias a la elegancia y personalidad de las ilustraciones y viñetas en blanco y negro, podremos asistir con claridad a la vida de la pequeña Lee Ok-Sun; una niña cuyo único sueño era asistir al colegio y que, sin embargo, tuvo que aprender a la fuerza las lecciones que la pobreza y las elecciones de los demás tenían destinadas para ella.

Una ya anciana Lee Ok-Sun será la encargada de sacudir las briznas de su memoria y llevarnos, guiada por las incombustibles preguntas de la autora de la novela, convertida también en personaje, desde su dura infancia en Busan hasta que, ya en 1996, consigue regresar a su Corea natal, tras el exilio forzado en una China ocupada.

Hierba es una historia, por qué no decirlo, de superación, de aceptación de la crueldad en tanto enseñanza de la resistencia. Aunque esté repleta de momentos duros, no está exenta de valores puestos a prueba con la insistencia del dolor y del desarraigo. Ha sido una experiencia de lectura inolvidable.

Leed esta historia cuando queráis, sea con las renovadas fuerzas de final de verano, con las primeras nostalgias del otoño, con la necesidad de cobijo del frío invierno o con el explosivo despertar de la primavera; pero leedla, porque si al menos no os conmueve hasta la libertad de una pequeña lágrima, es imposible que os pueda dejar indiferentes.

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