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Si Hermano de Hielo me llegó al alma, este no se queda atrás, menuda marea de sentimientos encontrados. Y si hay un personaje que merece mi admiración y compasión es sin duda Katarina. Se me encoge el alma cuando la imagino con su valiosa mochila a la espalda y toda esa inmensa carga de responsabilidad en su mente y en sus pequeñas manos. Es terrible rememorar lo que pasaron tantos niños en aquella guerra sin sentido, también adultos por supuesto. Ver cómo todo tu mundo se desmorona, luchar por sobrevivir y conseguirlo sólo en parte, para comprobar cuando crees que ha llegado la solución, que esta es tan terrible o más que lo vivido anteriormente. Y por si esto no fuera suficiente, en un suspiro pierde todo aquello que había logrado para ser medianamente feliz, todo orquestado por la misma mente retorcida, esa que la tiene sometida a base de chantajes y que no duda en abusar de ella y doblegarla de las formas más deleznables. Como bien sospeché y comenté en la reseña del anterior libro, aquel tutor nos iba a dar más de una sorpresa y no precisamente buena. Es el perfecto ejemplo de la maldad y el sadismo en todos los sentidos. Y lo que nos queda por ver, dudo que se vaya a quedar de brazos cruzados observando la felicidad de los que pretendía destruir, como también sospecho que nos tiene guardado un secreto muy oscuro del pasado y que veremos en el próximo libro. Tras conocer los detalles del incendio de la clínica donde nacieron los trillizos, ver la falta de cierta información y saber el afán de venganza que tiene contra Patrice Miller..... No voy a decir aquí lo que creo que ocurrirá, pero esa frase inacabada de Alina me ha dado muchas pistas. Noah se escondía bajo aquella fachada de indiferencia y antipatía, Dylan siempre lo ha hecho haciéndose pasar por el más alegre de todas las fiestas, el chico más simpático y el más mujeriego, pero al igual que su hermano tiene un punto débil, Wini, la única mujer que no cae rendida a sus pies. Por suerte tiene dos buenos asesores, porque de no ser por ellos,no había pasado de ser “el hijo de”, guapo, payaso y poco inteligente. Su tesón e inteligencia son los que logran que descubra que no todo es lo que parece y que salga en busca de la verdad, una verdad que cuando se revela en su totalidad hace que muchas piezas vayan encajando. Si Noha me ganó con su declaración en la Noria, Dylan lo hace con su perseverancia para conseguir que su familia vuelva a estar unida. Esas fotos en su móvil que nunca quiso eliminar junto con las de Oli y Chloe, son el remate para conseguirlo. Aunque Patrice no es mi personaje favorito ni de lejos, en la parte final se ha redimido un poco. No es que sea el prototipo de madre amorosa, más bien está en el polo opuesto, pero poco a poco va dando pinceladas de sus verdaderos sentimiento en aquella dura etapa de sus vidas, ello unido a su situación actual y su forma de defender a su hijo sus nietos ante quien ella cree que les va a causar más dolor que alegrías, le hacen ganar algún punto a favor. Esa celebración de Navidad con toda la familia y sobre todo, esos dos niños tan especiales, son un cierre perfecto para este libro. Veremos que nos depara Alina, porque a pesar de vivir en su mundo perfecto, estoy segura de que en su interior hay mucho que nos queda por descubrir. Y de nuevo Rose ha conseguido engancharme de tal forma, que me ha durado el libro día y medio. Espero con ansía el siguiente. |
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